Así avanzamos en la transformación curricular, nuestra base para el aprendizaje activo y experiencial
Nuestro Modelo Educativo declara que todos los programas de pregrado y posgrado deben tener un enfoque basado en competencias y en resultados de aprendizaje y, en coherencia con ese foco, tenemos un aprendizaje activo y experiencial que permite desarrollar esas competencias
• Con 92 % de los pregrados y 57 % de los posgrados avanza el proceso de transformación curricular, una gestión que es fundamental para materializar la apuesta institucional consignada en el Modelo Educativo, que pone al estudiante en el centro.
• A propósito de Acción EAFIT, que se realizará en la semana del 27 al 31 de mayo, conversamos con el área de Gestión Curricular para que nos contara porqué este proceso es transversal al aprendizaje activo y experiencial.
Lo hemos venido escuchando desde hace un par de años: en EAFIT el aprendizaje es activo y experiencial. Pero, ¿qué significa exactamente esto? Para encontrar una respuesta no hay que ir muy lejos, basta con salir al campus y recorrer sus espacios; asistir a alguna de las muestras o eventos que los estudiantes organizan; pasarse por una actividad de los grupos estudiantiles o visitar los talleres y laboratorios, entre otros escenarios y espacios, para darse cuenta de que, efectivamente, esta apuesta educativa no se quedó consignada en las páginas del Proyecto Educativo Institucional (PEI), sino que ha transcendido a muchas dimensiones de la vida universitaria.
Los juegos de rol, los laboratorios, las prácticas profesionales, la investigación aplicada, las mentorías, los consultorios o las misiones académicas, y también el aprendizaje colaborativo y basado en retos, las aulas invertidas, o la inmersión en entornos de simulación, solo por mencionar algunos ejemplos, son varias de esas experiencias que, en EAFIT, propician que el estudiante no solo sea protagonista de su proceso, sino que también pueda desarrollar competencias corporales, socioemocionales y cognitivas que le aporten a su vida.
Ese enfoque educativo se conoce como aprendizaje experiencial y, desde hace varios años, diferentes dependencias y unidades lo han venido implementando en sus propios procesos y dinámicas.
Pero para que cada asignatura materialice diferentes experiencias de aprendizaje como estas, es necesario que todos los programas tengan, a su vez, propuestas curriculares coherentes con esta declaración. Y eso es lo que se conoce como transformación curricular, un propósito en el que la Universidad avanza desde hace varios años, y que es liderada por el Departamento de Gestión Curricular, adscrito a la Dirección de Desarrollo Académico.
“Nuestro Modelo Educativo declara que todos los programas de pregrado y posgrado deben tener un enfoque basado en competencias y en resultados de aprendizaje y, en coherencia con ese enfoque, tenemos un aprendizaje activo y experiencial que permite desarrollar esas competencias. Pero en el medio de todo eso, de manera transversal, está la transformación curricular, que es la que nos permite acompañar a los profesores para que encuentren la pertinencia de esas metodologías en sus asignaturas. En resumen, la transformación curricular cobra sentido cuando en su implementación, en los distintos escenarios, está presente el aprendizaje experiencial con sus distintas metodologías activas”, expresa Sor Elpidia Gil Zapata, jefa de Gestión Curricular.
Y a esta explicación se suma Gina Patricia Santana Sanabria, gestora de proyectos del Departamento de Gestión Curricular, y quien ha acompañado a varios pregrados y posgrados en este proceso.
“Nuestro propósito es acompañar a los programas y a los profesores para que respondan al enfoque por competencias mediante perfiles de egreso coherentes con la misión institucional y metodologías de aprendizaje experiencial alineadas con la estrategia de la Universidad. Buscamos así lograr la premisa de Inspira, Crea y Transforma en todos y cada uno de estos procesos”, señala Gina.
El paso a paso para llegar a la transformación curricular
La Universidad se embarcó en esta labor desde 2018, cuando comenzó a hablarse con más fuerza en el contexto educativo del aprendizaje por competencias. Luego, en 2022, con la declaración del nuevo PEI, se dio paso un macroproceso de gestión curricular para lograr que todos los programas de la U tuvieran un idioma común.
La transformación curricular es uno de los varios proyectos de ese macroproceso y tiene, como meta para este 2024, que el 100 por ciento de los pregrados de la Universidad (es decir 25 programas), cuenten con un modelo estructurado en competencias y con una declaración de resultados de aprendizaje. Se trata de un objetivo que también se extiende a los posgrados y, por supuesto, a la nueva oferta formativa que la Universidad contemple para el futuro.
Y para que cada programa pueda ser actualizado o rediseñado bajo este enfoque, debe transitar un camino en el que los profesores y jefes académicos siempre estarán acompañados por Gestión Curricular.
“Cada actualización de un programa lo manejamos como un proyecto con el liderazgo de los profesores que conforman los equipos disciplinares de cada programa académico y en compañía del área de Calidad Académica, pues hay muchas variables a la hora de iniciar un proceso de transformación circular, por ejemplo, si el programa va a acreditarse por primera vez o a renovar este aval, si va a renovar su registro calificado, o si debe realizar alguna modificación urgente, entre otros aspectos. Eso es fundamental para definir la prioridad de los programas de acuerdo con las fechas que tienen para estos requerimientos”, puntualiza Gina.
Después de una reunión de activación con ambas unidades, el proceso se parte en dos: por un lado, todo lo relacionado con los aspectos de calidad y, por el otro, los asuntos puntuales de gestión curricular, en los que los jefes de programa y profesores cuentan con la asignación de un gestor curricular que los acompañará en todo el camino.
Con este gestor, y un acompañamiento semana a semana,
el primer componente que se abordaes el del diseño mesocurricular, que se enfoca en los temas de perfiles de formación, mapas de competencias, asignaturas de aprendizaje experiencial, estrategias de internacionalización y todos los aspectos institucionales definidos por la Universidad.
“Se trata de un proceso en el que cocreamos juntos y hacemos revisiones y validaciones con pares internos antes de pasarlo a los diferentes momentos de aprobación, que son Consejo de Escuela, Comité Institucional de Currículo y Consejo Académico. Estos últimos son los encargados de aprobar el diseño y dar el visto bueno para que el programa se radique ante el Ministerio de Educación Nacional”, continúa explicando la gestora de proyectos.
Sin embargo, este es el componente mesocurricular. Cuando un programa se radica ante el MEN se activa la segunda parte del proceso, la del diseño microcurricular, que implica construir, con los profesores, para cada una de las asignaturas, sus metodologías, y sus actividades puntuales de aprendizaje experiencial y de evaluación, entre otras.
Estos son los indicadores de la transformación curricular a mayo de 2024
Pregrados
92 % de los pregrados han realizado su proceso de transformación curricular y han sido aprobados por el Consejo Académico (es decir, 23 de 25 programas). De estos:
Posgrados
57 % de los programas de posgrado han avanzado en su proceso de transformación curricular.
- 53 han sido aprobados por el Consejo Académico.
- 26 han sido aproados por el MEN.
- 6 han sido radicados ante el MEN.
- 21 están en proceso de radicación ante el MEN.
15 están en proceso de transformación.
La experiencia de una profe que vivió la transformación curricular
Entre 2020 y 2022, la profesora Luz María Rivas Montoya vivió un proceso de transformación curricular, cuando era jefa de la maestría en Ciencias de la Administración e inició, junto a los profesores de este programa -y con el acompañamiento de Gina-, la transformación curricular de este programa.
Fue un proceso de largo aliento que implicó, entre muchas otras dinámicas, reuniones, encuestas, validaciones. Finalmente, la primera renovación curricular que presentaron no fue aprobada por el Consejo Académico, lo que implicó continuar el camino de aprendizaje, afinando aún más los detalles para lograr una mayor coherencia con el modelo educativo.
“Esta primera negativa no nos desanimó. Al contrario, nos motivó a seguir articulando esfuerzos. En mi paso por EAFIT he liderado diferentes procesos de acreditación y renovación de registros calificados y sé lo que implican este tipo de procesos. Pero lo más importante es que siempre contamos con el acompañamiento de Gestión Curricular”, recuerda la profesora.
De esta manera se pusieron nuevamente manos a la obra y plantearon un nuevo ejercicio de transformación curricular que incluía seminarios para aprender haciendo, asignaturas más conectadas con el entorno de los estudiantes; el fortalecimiento de los lazos con el sector empresarial para la resolución de retos reales, y una serie de pasantías en investigación y consultoría que, en conjunto, permitían vivir el aprendizaje experiencial en este posgrado.
“De todo este recorrido me quedan dos aprendizajes: que la actualización curricular es una tarea permanente, porque los programas siempre deberán responder a las demandas y cambios de la sociedad; y que procesos de este tipo se deben liderar de manera conjunta con los profesores, teniéndolos en cuenta y haciéndoles saber en qué consiste esta transformación. Involucrarlos desde el principio es fundamental para lograr su motivación y participación, una vez se implemente”, concluye Luz María.
Repasemos algunos términos
El Departamento de Gestión Curricular nos comparte este glosario con algunos conceptos de la transformación curricular, construidos con información brindada por el Ministerio de Educación Nacional o extraídos del Proyecto Educativo Institucional. Para conocer otras definiciones podemos visitar la
Guía para el diseño curricular de programas académicos.
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Currículo: es el conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional.
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Macrocurrículo: es el conjunto de políticas que tiene en cuenta las directivas nacionales e institucionales con el fin de cumplir con los requisitos legales y preservar la excelencia académica de los programas.
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Reforma curricular a los programas ya existentes: surge de la necesidad de transformar un programa activo, durante la vigencia del registro calificado, como respuesta a procesos de renovación de registro calificado, acreditación de alta calidad o a cambios institucionales, disciplinares o en el campo laboral, entre otros aspectos. En estos casos, la escuela determina cómo se debe sustentar la propuesta de reforma y, si es necesario, surtir todo el macroproceso de gestión del currículo.
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Mesocurrículo: está constituido por los elementos generales de cada programa académico: los perfiles de ingreso, egreso y ocupacional, el plan de estudios, la malla curricular y sus respectivas asignaturas.
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Microcurrículo: es la propuesta institucional de organización del aprendizaje de una asignatura específica formulada por el profesor o el grupo de profesores que la tienen a su cargo. Posee una doble función: orienta las actividades académicas y cocurriculares necesarias para propiciar los aprendizajes de los estudiantes, y fundamenta los procesos de aseguramiento de la calidad y el relacionamiento con las entidades regulatorias.