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26/08/2024

​​​​​“Ver niños interesados en la ciencia me devuelve la esperanza”,​ reflexión de Jane Goodall en su paso por la U

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En esta nota algunos de nuestros profes y colaboradores reflexionan sobre lo que significó el paso de esta científica por la Institución, su legado y el mensaje que nos deja para seguir aportando a la sostenibilidad y el cuidado del planeta.

- 114 niñas y 88 niños, provenientes de diferentes colegios de Medellín, tuvieron un encuentro con Jane Goodall en la Universidad EAFIT. Cinco de ellos, representaron a los demás para compartir con la científica algunas propuestas, realizadas por ellos mismos, que buscan la sostenibilidad del planeta. Luego la zoóloga hizo un recorrido por su historia de vida y envió un mensaje de esperanza.

- La convocatoria de los niños estuvo a cargo la Universidad de los Niños, Parque Explora, Jardín Botánico, Parque de la Conservación, Walk 21 y Cantoalegre, Cosmo Schools, San José de Las Vegas y Roots and Shoots Colombia.  Previo al encuentro, un equipo conformado por 11 expertos, 60 diseñadores y talleristas guiaron las actividades previas al encuentro, donde los convocados aprendieron sobre diferentes aspectos relacionados con la conservación de los ecosistemas.

¿Tienen patas los gusanos? Esto se preguntó una niña de un año y medio de edad, en la Inglaterra de 1935. Para entender los secretos de la movilidad de estos invertebrados, llevó algunos ejemplares a pernoctar debajo de su almohada. No sabemos si sobrevivieron ni cuáles fueron las conclusiones de la pequeña investigadora, lo que sí está confirmado es que fue el primer proyecto científico de Jane Goodall, reconocida por estudiar chimpancés.

Antes de que llegaran los primates a su vida y después de los gusanos, lo hicieron las gallinas.  A los cuatro años se preguntó cómo es que estas aves de corto vuelo ponen los huevos. Insatisfecha su curiosidad cuando le preguntó a algunos adultos por este fenómeno, decidió resolver el interrogante por sus propios medios: espiar aves de corral le pareció el método adecuado. Un par de horas de atenta observación le permitieron entender el fenómeno. 

Paciencia tuvo Jane Goodall para obtener resultados satisfactorios en cuanto a la postura de huevos de gallina. Paciencia tuvo Colombia, pues luego de recorrer el mundo, y con 90 años y cuatro meses cumplidos, la científica decidió hacer una parada en este destino.

¿Por qué empezar esta historia con gusanos y gallinas si es conocida por estudiar chimpancés? Porque justamente con estas historias comenzó la charla con 200 niños en la universidad EAFIT la mañana del pasado viernes 23 de agosto, en la que participaron estudiantes de diferentes colegios de Medellín y el Valle de san Nicolás, que fueron convocados por la Universidad de los Niños, Parque Explora, Jardín Botánico, Parque de la Conservación, Walk 21, Cantoalegre, Cosmo Scholls,  San José de las vegas y Roots and Shoots.

“Nos llegó una invitación de la Universidad de los Niños de EAFIT. Estamos con 14 chicos y querían venir por ahí  40 porque Jane Goodall es para ellos una heroína del medio ambiente. Muchos de nuestros chicos tienen ese interés y sensibilidad por el cuidado del planeta, entonces sabían de ella y cuando se enteraron que iba a estar por acá, la acogida fue impresionante”, así es como describe la convocatoria para este evento Diego Botero Jaramillo, profesor del colegio Holss (Holistic Scholing Society).

 

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A las palabras “Good Morning Every Body”, le siguieron aplausos, silbidos y gritos agudos de niños y niñas, quienes reaccionaron tal cuál lo haría un fanático cuando su ídolo musical saluda al público en un concierto. Y es que no era para menos, porque por varias semanas estudiantes de diferentes colegios de Medellín, algunos integrantes de la Universidad de los Niños de EAFIT, se prepararon para la cita con esta “rock star de la ciencia”; esto explica por qué en diferentes momentos del encuentro se escucharán voces valientes gritando “I Love you, Jane”.

Isaac Aranda García, uno de los niños que estuvo presente, recuerda cómo logró un espacio para este acontecimiento. “Mi profesora de ciencias me dijo que si me quería anotar a una charla con Jane Goodall que había estudiado a los simios y su comportamiento. Yo ahí mismo dije que sí, porque soy el único niño del salón que he estado enterado en este tema, había visto algunos documentales es la principal razón de venir acá, para poder conocerla en persona. Esta experiencia me pareció bastante chévere”.

Para el día pactado todos ya tenían claridad de quién era esta mujer y qué hizo para convertirse en un ícono de la ciencia y una defensora de los ecosistemas. 

Cuando Luciana Vasco Caucil, con 9 años, e integrante de la Universidad de los Niños, supo que Jane Goodall estaría de visita y que posiblemente podría conocerla, empezó a investigar para saber de quién se trataba. “Dije ‘wow, no lo puedo creer’. Me gusta que miremos a otras orillas porque siempre nos interesamos por personas más populares como Karol G, entonces yo dije  ‘debo de darle mucho apoyo porque es una señora que ha hecho muchas cosas por la humanidad, por los chimpancés”. 

Precisamente Luciana fue una de las seleccionadas para subir al escenario y presentar a la doctora Goodall una de las propuestas que, días previos al encuentro, realizaron en pro de la conservación del planeta.

Esperando a Jane G​​​oodall y aprendiendo de ciencia

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Mientas que Jane se preparaba para la cita, los niños la esperaban de manera activa. ¿Cómo es eso? Simultáneamente varios grupos de niños aprendían sobre algún tema relacionado con el medio ambiente y la ciencia. Algunos recolectaban plantas en un jardín funcional mientras que un guía, que sostenía una orquídea en sus manos, les explicaba por las especies de flora que se iba cruzando en su camino; otro grupo trataba de adivinar cuántas especies de aves hay en el

mundo: “13 mil, 15 mil, 12 mil, 25 mil”… la subasta termina y la respuesta es “casi 10 mil especies de aves, de las cuales  más o menos el 20 por ciento están en Colombia”, les dijo  Jorjany Botero Orrego, investigadora de Urbam EAFIT. Otro grupo, esta vez de adolescentes, aprendía sobre plantas fósiles y la historia de los bosques en Colombia; algunos jugaban a emparejar imágenes con cartones que tenían escritas algunas especies de fauna como zarigüeyas, Falsa Coral o Pigua, debían además intuir en qué lugares del área metropolitana se encuentran.

Cuando todo esto ocurría, en algún lugar del área metropolitana estaría Jane Goodall, esta vez rumbo al Parque Los Guayabos de EAFIT, un auditorio que tiene como encanto estar rodeado de naturaleza.  Con atuendo que bien podría usar en una de sus expediciones, gafas oscuras y una tote bag vo​luminosa que sostenía en su mano izquierda, llegó al sitio. 

Luego del saludo que incrementó el entusiasmo de la audiencia la etóloga habló de sus primeras investigaciones. Ya sabemos de los gusanos y las gallinas, y lo que sigue es responder a la pregunta “¿Cómo se interesó en los chimpancés?” A los 10 años llegó a sus manos El libro de la selva, y luego de leerlo tuvo la convicción de que viviría en el África, junto a los animales.  

Algunas anécdotas sobre cómo logró pisar continente africano, cómo se buscan los fósiles y cuál fue la estrategia para evitar ser presa de un león en el Serengueti, antecedieron a las infidencias sobre la vida de los chimpancés.  “Una de las primeras cosas que descubrí es que son muy parecidos a los humanos, porque abrazan, dan caricias, son violentos, amorosos, compasivos y altruistas”. Y para explicar cómo es que comparten, Jane se pode de pie, asume una postura de chimpancé y le pide a traductor que haga lo propio, de modo que a los asistentes sepan cómo es que lo hacen. También se apoya del performance para hacer una pequeña demostración de cómo estos primates sostienen una pelea de supremacía.

Llegó el momento de saber lo que cargaba en la bolsa:  una rata, un cerdo y  un pulpo en formato peluche.  Mientras los sostiene le cuenta a la audiencia algunas proezas de  ejemplares reales, y lo maravillosos y necesarios que pueden ser estos animales que algunas personas pueden ver con asco, indiferencia o solo como alimento. El último viajero de la bolsa es un chimpancé que le sirve de inspiración para contar una historia de superación protagonizada por un amigo cercano.

 

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Según lo que ha observado Diego Botero, profesor del colegio Holss, “a muchos de mis alumnos los ha inspirado, de hecho están buscando maneras de transmitir el mansaje de la doctora Goodall.  Lo más importante es que ella ha logrado transmitir esperanza, que todavía podemos hacer mucho por el planeta. Les ha comunicado que las decisiones que tomamos cotidianamente generan un impacto y los chicos tienen eso muy presente, se han puesto a pensar en el impacto que van a dejar en el planeta”.

Finalmente, Shirley Zuluaga Cosme, jefa de la Universidad de los Niños, mencionó que en espacios como estos es donde se materializa el propósito de la U de Inspirar, Crea y Transformar. “Hoy, estos niños, niñas y adolescentes se van inspirados y con un mensaje: el de transformar sus entornos. Nosotros, desde la Universidad de los Niños, seguiremos creando oportunidad para descubrir el mundo desde la ciencia, las preguntas y la curiosidad”.

Porque Jane Goodall, la de hoy, es mucho más que una autoridad si de hablar de comportamiento de chimpancés se trata, ella abraza todos los ecosistemas para expresar que “entre todos podemos hacer un modelo de un mundo mejor”.  Ver tantos niños interesados por la ciencia y por lo que ella hace, sencillamente, le devuelve la esperanza, “porque si perdemos la esperanza no hay nada que se pueda hacer. Mi esperanza es la resiliencia de la naturaleza, mi esperanza es ver jóvenes como estos”, se refiere a los que están en el auditorio, que elaboraron propuestas para la conservación del planeta y que pronuncian, una vez más, “¡I love you, jane!”, cuando desciende del escenario con su bolsa de peluches, a la que ha sumado un muñeco de frailejón que lleva como recuerdo de su paso por Colombia.


La visita de Jane Goodall deja un mensaje: la educación es el camino para la sostenibilidad

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Y así lo confirmaron algunos profesores y colaboradores eafitenses que tuvieron la oportunidad de asistir a la conferencia de la científica. Uno de ellos fue Juan Fernando Díaz Nieto, profesor del área de Sistemas Naturales y Sostenibilidad, de la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería y quien, en horas de la mañana, y previo al encuentro con Jane Goodall, lideró una actividad llamada Aulas Vivas.

“Recibimos en los laboratorios de Biología a un grupo de niños y niñas entre los 6 y 7 años. Les mostramos los diferentes tipos de animales que hay, aves, mamíferos, reptiles y anfibios, y luego hicimos que se miraran entre ellos y que, a partir de sus características, pudieran definir qué eran ellos. Es en apariencia un ejercicio muy sencillo, pero que les permite reconocerse, desde pequeños, como una especie más del planeta, y los lleva a entender esa interdependencia que tenemos con toda la diversidad”, comentó el profesor.

Para Juan Fernando, el espacio con Jane Goodall fue el complemento perfecto para esta actividad, ya que pudieron conocer, de cerca a una persona que entiende esa biodiversidad y que trabaja por ella. “Jane nos inspira a reconocer la responsabilidad que tenemos. Muchas veces decimos que la biodiversidad es importante, pero pocas veces nos preocupamos por entender la que nos rodea y cómo nos aporta a la vida. Esta conferencia fue una invitación a ir más allá, y dejó un reto a los profesores: que debemos seguir haciendo el cambio a través de la educación”.

Por su parte, Jorjany Botero Orrego, investigadora de Urbam EAFIT, estudiante de la maestría en Procesos Urbanos y Ambientales, y directora de Biophilia, señaló que fue una oportunidad única para que niños, niñas y adolescentes se llevaran una semilla de esperanza y el mensaje de que, con acciones pequeñas, podemos aportar a cambios globales.

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El mensaje que transmitió la docente, caracterizada como el personaje La Jardinera del Cielo, del proyecto de investigación Laboratorio Vivo La Volcana, es que la humanidad está a tiempo de accionar, de diseñar y construir ciudades más verdes, amigables con la biodiversidad, resilientes al cambio climático y que vuelvan su mirada a las quebradas y al agua, como nuestro recurso vital.

“Con Jane coincido en que podemos entender mucho de nuestra propia vida observando la naturaleza, entendiendo el comportamiento de los demás animales. Mis objetos de estudio son las aves, ellas, por ejemplo, nos enseñan de trabajo en equipo, cooperación, comunicación asertiva, confianza, empatía y liderazgo”, puntualizó.

Última modificación realizada el 26/08/2024 14:50 por Jonathan Andres Montoya Correa