El reto es lograr que la mujer vuelva a ocupar el lugar que siempre tuvo en la ciencia
• La brecha de género entre hombres y mujeres, en el mundo de las ingenierías, es una realidad. Entre 1901 y 2002, por ejemplo, solo 58 mujeres han obtenido un Premio Nobel, en comparación de los 876 hombres que han sido reconocidos con este galardón. Y este es solo uno de los indicadores que ha podido reunir el comité de Educación de la Cátedra Matilda y las Mujeres en la Ingeniería, espacio que en EAFIT es liderado por las profesoras Elizabeth Suescún y Silvana Montoya.
• A propósito de esta iniciativa, conversamos con Elizabeth para conocer más sobre su experiencia como mujer científica y sus percepciones sobre los retos para la equidad de género en la academia, y cómo lograr que muchas más mujeres se motiven a estudiar o hacer carrera en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
20 de julio de 1960: Neil Armstrong se convierte en la primera persona en pisar la superficie de la Luna. Tras varios años de carrera espacial los estadounidenses logran imponerse sobre los rusos y el mundo contempla esta hazaña desde sus televisores. Lo que muchos desconocieron, por varias décadas es que, logros como este, no hubieran sido posibles sin la participación de mujeres como Katherine Goble Johnson, Dorothy Vaughn o Mary Jackson, científicas afroamericanas que la historia dejó en el olvido hasta 2016, cuando Margot Lee Shetterly contó sus vidas en el libro
Figuras ocultas.
Historias como las de estas matemáticas y muchas otras mujeres se han repetido a lo largo de los siglos. Desde Hypatia de Alejandría hasta Marie Curie, y pasando por muchas otras, la presencia de la mujer en la ciencia no ha sido una novedad. Y para que estas historias no queden en el olvido, la profesora Elizabeth Suescún Monsalve, del área de Diseño de Producto y Experiencia, las comparte siempre que puede durante sus clases en la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería. Ella, junto a Silvana Montoya Noguera, también de la misma unidad, lideran en EAFIT la Cátedra Abierta Latinoamericana Matilda y las Mujeres en la Ingeniería.
Se trata de un espacio académico para el debate y la reflexión; la construcción colectiva de conocimiento; la docencia y la investigación; la realización de actividades dinamizadoras y promotoras de la igualdad de derechos; y la generación de oportunidades y espacios para las mujeres en el ámbito académico y profesional, y que le apunta al fomento de las vocaciones por la ingeniería en niñas y jóvenes en América Latina y el Caribe.
Como parte de su compromiso con estos temas la profesora está realizando un Proyecto sobre percepciones de igualdad de género, inclusión y liderazgo en la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería, lo que implicará realizar una encuesta en la Universidad para identificar las brechas existentes en el ámbito académico y establecer la necesidad de desarrollar estudios y proyectos de género tendientes a disminuir las desigualdades encontradas.
A propósito del Día Internacional de los Derechos de las Mujeres, quisimos conversar con esta eafitense sobre sus percepciones sobre los retos para la equidad de género en la academia, y cómo lograr que muchas más mujeres se motiven a estudiar o hacer carrera en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
¿Por qué promover asuntos de género desde la Escuela de Ciencias Aplicadas e Ingeniería?
“Se ha identificado una brecha que crece en términos de que, cada vez, son menos las mujeres que se motivan a estudiar carreras o formaciones relacionadas con tecnología. El programa de Ingeniería de Sistemas es de los que tiene menos equidad de género; por población femenina tenemos un 10 por ciento y el resto son hombres. Pero esto no ocurre solo en el programa de Ingeniería de Sistemas de EAFIT, o en Colombia, es algo que responde a una situación que es generalizada en el mundo.
¿Eso ha sido así siempre?
“Antes las formaciones relacionadas con la computación eran dominadas por mujeres, pero con la llegada del computador personal, con el desktop, se comenzó a promocionar estos como herramientas para los hombres y entonces las mujeres fueron perdiendo interés. Fueron dejando de ver referentes para seleccionar carrera relacionadas con tecnologías digitales y cuando llegan a su ámbito profesional son muy pocas las que pueden llegar a cargos directivos con más visibilidad de manera que puedan convertirse en referentes para otras chicas. Se dice que uno encuentra a las personas con las que se inspira en las edades más tempranas, en la primaria, entre los ocho y diez años de edad. Actualmente los referentes son hombres, pero las personas más relevantes en la historia de la computación fueron mujeres y en mis clases siempre hago énfasis en eso”.
En ese interés, ¿la acompañan otros profesores o estudiantes del Semillero de Ingeniería de Software?
“Muchos estudiantes aquí combinan sus estudios con su trabajo y reconocen que en el ámbito laboral existe esta brecha. Notan, por ejemplo, que en los equipos de desarrollo casi todos son hombres. Ver cómo nosotros desde la Universidad podemos ayudar a identificar y entender por qué se da este fenómeno es una de las motivaciones que tienen ellos de pertenecer a este grupo”.
“Hay estudios que demuestran que las mujeres somos menos arriesgadas en el momento de negociar, sobre todo en términos salarial. En tecnología en el campo laboral no existen unos escalafones de acuerdo con la formación y las mujeres somos más tímidas para esa negociación. Entonces se da bastante la disparidad en términos salariales. Lo otro es que son pocas las mujeres que ascienden porque en las juntas directivas de las empresas son hombres los que están liderando; hay más población de hombres aspirando a los cargos y existen pocas políticas relacionadas con género en esas organizaciones”.
¿Por qué es importante que las mujeres estén en tecnología, qué diferencia hay entre que sean hombres o sean mujeres?
“Los productos digitales cada vez son más oblicuos a nuestra vida y estamos trasladando en estos la toma de decisiones de nuestra cotidianidad. Entonces lo que pasa es que si cada vez son menos mujeres las que están en la construcción, definición y diseño de estas soluciones pues se va a quedar con una sola perspectiva e implementación de estas soluciones. Es decir, las mujeres nos vamos a convertir en consumidoras de tecnología que definen y construyen hombres para nosotras. Una profesora de Costa Rica dice que no existe diferencia intelectual entre hombres y mujeres, pero si existen diferentes formas de ver y percibir el mundo y esto también lo da el hecho de ser mujer o de ser hombre”.
¿Por qué este fenómeno persiste a pesar de los esfuerzos?
“Porque este es un problema que hay que tratarlo desde raíz. Nosotros, tanto hombres como mujeres, comenzamos a identificar nuestros referentes en etapas tempranas, es allí donde hay que ir a inspirar a las chicas para que seleccionen y vean en la tecnología una oportunidad de desarrollo profesional. Nosotros estamos poniendo nuestro granito de arena, pero es clave en esas edades tempranas resaltar el trabajo que hacen las comunidades de mujeres en la tecnología. Aquí que de hecho tenemos varias egresadas de EAFIT trabajando en este tema, yendo a colegios, y a barrios vulnerables donde hacen ese trabajo”.
¿Cuál es su percepción sobre la deserción de las mujeres que opten por esta formación?
“Ya llevo ocho años en la Universidad —esto también corresponde a un fenómeno mundial— y puedo decir que las mujeres que toman la decisión de estudiar ingeniería de sistemas terminan su carrera. Eso da cuenta de que aquella que toma la decisión de vida hacia estos estudios definitivamente lo tiene muy claro. No quiere decir que nunca va a pasar, pero hasta ahora la deserción que tenemos en cuanto a la población de mujeres es cero”.
¿Cómo es el ambiente para estas universitarias durante su formación?
“Son buenas estudiantes, dedicadas, muy líderes. Hay una frase que dice que "una cosa es que tú vayas al baile y otra cosa es que te inviten a bailar", entonces yo recalco mucho que durante la formación no se generen para ellas los ambientes hostiles que se pueden crear en el ámbito industrial”.
¿Qué pueden hacer las organizaciones para contrarrestar esta brecha?
“Muchas organizaciones están trabajando en esta temática, resaltando el trabajo de las mujeres en tecnología. Hay empresas que están haciendo voluntariado para abordar el tema de género y las mismas chicas se han empoderado del tema y hablan en eventos sobre esto. Desde el ámbito empresarial y universitario lo que nos compete a nosotros es darle visibilidad a este fenómeno, tratar de generar ambientes que sean propicios para las mujeres, empoderarlas y darles mecanismos de liderazgo.
¿Y cómo aportarían los datos de la encuesta que desde la Escuela tienen lista para aplicar?
“Lo que queremos con esto es medir la percepción en asuntos de género desde lo que se vive en el aula y en el ámbito universitario. Entender de raíz cómo perciben los estudiantes asuntos de género, cómo se vive el liderazgo y la inclusión, o cómo a través del mismo lenguaje que pueda tener un profesor, los compañeros de estudio o de trabajo y la misma universidad, se propician espacios para que tengamos ámbitos que sean más equitativos en términos de género”.