¿Por qué se denominó ética en el corazón de las organizaciones?
El corazón lo remite a uno a algo fundamental, algo esencial para la vida personal, pero también para la vida colectiva, que es la ética. Y digo en el corazón, para que estas preguntas efectivamente se logren instalar en el núcleo, y en la esencia de las organizaciones.
¿Y por qué Valencia como el lugar de encuentro de esta misión?
Esta pregunta no puede responderse sin mencionar el nombre de Adela Cortina, una de las voces más reconocida a nivel internacional cuando se habla de ética en las organizaciones, y que, de hecho, ha sido cercana a EAFIT, sus ideas son potentes, vigentes, movilizadoras e inspiradoras.
Es de esta manera que ella, por ejemplo, propone asuntos como la empresa ciudadana, la razón cordial, todo ello, muy en sintonía con tener la ética en el corazón de las organizaciones. A la pregunta de ¿cómo podríamos juntar a empresarios y tomadores de decisiones de la ciudad alrededor de esos conceptos?, Adela Cortina respondió que la ventaja de estas éticas aplicadas es que no tienen recetas, sino que justamente su estudio y deliberación buscan construir orientaciones. Y eso tiene mucho sentido para un empresario y para las personas de las organizaciones que tienen el reto de tener unas preguntas, pero también de llevarlas a la práctica y tener insumos para su diario qué hacer.
Otro gran movilizador y detonante de este trabajo ha sido trabajar de la mano con la Universidad de Valencia y la Fundación Étnor, cuyo nombre significa Ética de los negocios y las organizaciones. Una fundación que tiene ya tres décadas de historia y que reúne a profesores de la Universidad de Valencia, de la Politécnica de Valencia y de la Jaume I alrededor de las éticas aplicadas, y en particular, alrededor de la ética empresarial.
¿Qué tipo de reflexiones nos podría compartir?
En este encuentro escuchamos reflexiones de voces representantes de la denominada Escuela Valenciana como los profesores Jesús Conil, Domingo García Marzal, Patricia Calvo, entre otros, y por parte del sector empresarial, de Diego Lorente; presidente de esa asociación.
Además de los encuentros académicos, esta misión también salió a la calle a conocer de primera mano experiencias alrededor de las éticas aplicadas con organizaciones como Caixa Bank, uno de los bancos más grandes de Europa. Allí, junto a Ramón Esteruelas, conocimos sobre lo que ellos denominan inversión responsable, relacionada con la legislación que hay en estos temas, pero también de sus mismas prácticas para evaluar o invertir en uno u otro sector.
Otra de las experiencias en terreno fue junto a la cooperativa Anecop, dedicada a la producción de cítricos y una de las cooperativas más grandes de Europa. Junto a Ángel del Pino y la ingeniera agrónoma, Victoria Ibáñez, conocimos lo que ellos llaman la infraestructura de la ética, que pasa por el código ético, pero también por tener un comité de ética, de tal manera que se puedan cumplir unos estándares.
¿Cómo se integra todo esto con el trabajo del Centro Humanista de nuestra U, que usted mismo lidera?
Si bien, la misión en Valencia duró una semana, las conversaciones y acciones enmarcadas en este proyecto se remontan a un año atrás o incluso más, lideradas desde nuestro Centro Humanista, que tiene como reto, no solo difundir nuestro proyecto humanista y científico, sino también, salir a la calle. Pero no es que nunca lo hayamos hecho, sino que hay que hacerlo más y mejor. Básicamente lo que se busca desde el Centro Humanista es lograr conexiones con las organizaciones, con las organizaciones de la ciudad, con las organizaciones del país.
¿Y cuáles retos quedaron de esta experiencia?
En este camino, identificamos un reto, el de la pregunta por la cuestión ética: este es el reto que tienen las organizaciones de nuestra región, comenzando por nosotros mismos, pero también por las organizaciones privadas, las públicas y las sociales.
Esta pregunta por la ética no es nueva, de hecho, es una de las preguntas más antiguas de la historia de la humanidad que data por lo menos de hace 25 siglos: ¿Qué hacer?, ¿qué debo hacer ante un dilema?, ¿qué debo hacer ante los retos, ante las situaciones más apremiantes, ante las demandas sociales y humanas que nos rodean? Lo que hemos aprendido y construido con otras organizaciones es que debemos replantear esa pregunta en la primera persona del plural, es decir, avanzar hacia el
qué debemos hacer. De tal manera que esas cuestiones íntimas se conviertan en interrogantes sociales que nos interpelan a todos, este, fue el origen de la misión a Valencia.
Otro gran reto que tenemos en la ciudad y en el país que es el de construir confianza. Una experiencia como esta nos va a dar orientaciones, ni recetas, pero sí orientaciones para avanzar en esa dirección, en la construcción de confianza.