Perfil
Juan Felipe Paniagua, un oceanógrafo con los pies en las montañas y el corazón en el mar
Fue justamente en una salida de campo, en Arboletes, donde Juan Felipe (derecha) le hizo la promesa al océano de estudiarlo para ayudar a las comunidades. Foto cortesía de Juan Felipe Paniagua.
• Desde las aguas del Golfo de Urabá hasta las costas de Massachusetts, el océano ha tenido una influencia tan grande en la vida de Juan Felipe Paniagua que, desde que estaba cursando su pregrado en Ingeniera Civil de EAFIT, decidió dedicar su vida y carrera a estudiarlo, entenderlo y descifrarlo para ayudar a las comunidades.
• Por eso, en el Día Mundial de los Océanos navegamos a través de la vida de este académico, quien nos explica a qué se dedica exactamente un oceanógrafo, y porqué estos cuerpos inmensos de agua son tan importantes para la vida en el planeta, incluso para esos lugares que están alejados de las costas, como Medellín.
Lo dijo una vez Lord Byron:
¿Qué sería de la juventud, de la belleza y de la humanidad sin el océano? Fue tanta la influencia que la vastedad verde azul ejercía en la vida del poeta maldito que, en una ocasión, se atrevió a desafiarla para cruzar a nado los ocho kilómetros que separaban las ciudades italianas de Pisa y Lerici. Después de esa hazaña se instaló en la costa de Portovenere, donde encontró refugió para sus versos en una ventana desde la que, cada mañana, saludaba al mar. Es un lugar que hasta el día de hoy se conoce como la gruta de Lord Byron, y es visitado por miles de turistas que, como el escritor inglés, quieren encontrar una inspiración en el agua.
Pero la fascinación de los seres humanos por conocer, explorar y descifrar los misterios del océano es tan ancestral como nuestra misma historia, y mucho más antigua que todas las aventuras registradas en la literatura, como Odiseo tratando de alcanzar las costas de Ítaca para reunirse con su amada Penélope; los registros de los Vikingos cruzando el estrecho de Bering para adentrarse en Norteamérica; las hazañas del capitán Ahab intentando dar caza a la gran ballena blanca Moby Dick; o los relatos de Jim Hawkins a bordo de La Hispaniola, buscando con sus amigos el tesoro del pirata Flint, como lo narra la obra clásica de Robert Louis Stevenson.
Hoy, no es necesario remitirse a los libros para adentrarse en el océano, porque desde los documentales de Jacques Cousteau hasta La Semana del Tiburón en Discovery Chanel, está presente en nuestras vidas y sigue ejerciendo la misma fascinación que la que alguna vez tuvo en nuestros antepasados. Pero en el caso de Juan Felipe Paniagua Arroyave, la pasión fue mucho mayor, tanta que decidió convertirlo en su proyecto de vida y dedicar su carrera profesional a estudiarlo.
Juan Felipe es un oceanógrafo con los pies entre las montañas de Antioquia, pero con el corazón en el mar. Así lo decidió desde que estaba estudiando su pregrado en Ingeniería Civil en EAFIT y, en una de sus materias de geología el profesor Iván Darío Correa interpeló a su clase sobre la necesidad de que los ingenieros también miraran hacia el mar, de que no se olvidaran de que este era un componente fundamental para el balance de la vida. La pregunta caló, y caló tanto que, en el último semestre, durante su primera salida del campo, se encontró en la costa de Arboletes haciéndole una promesa al océano.
“Le prometí que iba a dedicar mi vida a conocerlo, a entenderlo, a descifrarlo para poder ayudar a las comunidades. Es una promesa que sellé con una pulsera que llevó conmigo a todas partes”, recuerda al profesor eafitense, quien también es magíster en Ciencias de la Tierra con énfasis en geomorfología y procesos costeros de EAFIT, y doctor en Oceanografía Física Litoral de la Universidad de Florida, en Gainesville.
El océano es él, es ella, es todo
En teoría, la oceanografía es el estudio del mar, y eso abarca muchos procesos como la química del agua, el movimiento de las mareas, la sedimentación, la biología y la interconexión que existe con otros agentes como las costas y las comunidades. Pero para Juan Felipe su profesión va más allá y está convencido de que, con cada minuto que pasa estudiándole, da un paso más cerca a desentrañar un gran misterio del universo.
“El océano es un ser complejo, es él, es ella, es todo. Es fascinación, es misterio. Es de donde vino la vida y hacia donde va; sustenta el ciclo hidrológico, nos provee y nos da alimento y, sobre todo, mantiene el clima. Y eso es mucho decir, porque
sin el océano la Tierra podría ser 15 grados más fría. Es decir, acá en Colombia estaríamos a cero grados y en otras zonas sería peor”, explica el profesor.
Esa dedicación lo ha llevado a explorar las aguas del golfo de Urabá y de las costas de Woods Hole y la isla de Martha’s Vinyard en Massachusetts (En Estados Unidos), y también le ha permitido entender que, aún viviendo en el interior de un territorio, el océano tiene mucho para decirnos.
“Con base en los registros marinos se puede reconstruir como era el mundo antes y se puede predecir cómo será el futuro.
Nuestras cordilleras tenían mares interiores hace millones de años, sobre todo entre la Central y la Oriental, donde hoy está Santander. Cuando se hacen investigaciones en ese lugar aún se puede encontrar arena marina o fósiles de conchas en lugares tan apartados de una costa como San Gil. Al poner eso en el gran mapa geológico del mundo entendemos la importancia de los océanos”, explica.
Y, además, afirma que una de las grandes lecciones que ha aprendido en su vida profesional es la humildad ante la inmensidad de esos cuerpos de agua que se ha dedicado a estudiar, y señala que, como humanidad, aún tenemos muchas deudas con el mar. Una de esas tareas, comenta, es
entender que todo lo que hacemos en nuestras ciudades, así estén alejadas de la costa, afecta el océano a través del ciclo del agua y, eventualmente, esto repercutirá en la sociedad. “Tal vez no a nosotros, pero sí a nuestros hijos y nietos, y por eso debemos ser muy conscientes en nuestras acciones”.
Por eso, en el Día Mundial de los Océanos, a Juan Felipe le gustaría enmarcar la efeméride en tres componentes principales: en la ratificación del compromiso de seguir aprendiendo y cuidándolos; en la celebración de que cada vez hay más personas tocadas y preocupadas por entender las conexiones que hay entre biosfera, atmósfera e hidrosfera; y, personalmente, en la reafirmación de esa promesa que algún día le hizo al océano, en Arboletes, y que espera perpetuar a través Gabriela, su hija recién nacida, cuando la lleve a conocerlo.
Un grupo pionero en el estudio de los océanos
Juan Felipe hace parte de un amplio legado de docentes eafitenses que han dedicado sus vidas a estudiar los océanos, y que comenzaron su recorrido en la Universidad en los años ochenta, con la conformación del Grupo de Investigación en Ciencias del Mar, hoy denominado Grupo de Investigación en Hidrología de los Andes del Norte, y al que han pertenecido profesores como Iván Correa, Juan Darío Restrepo, Juan Ignacio Martínez y Michel Hermelin.