Actualidad eafitense
‘Bernie’ Hargadon seguirá vivo en el corazón de todos
los eafitenses
La Universidad despidió a Bernard J. Hargadon con dos conciertos de trompeta, instrumento musical que siempre lo apasionó.
• Con la presencia de su familia —conectada desde Carolina del Norte—, así como de algunos de sus primeros estudiantes, amigos y allegados, la Universidad ofreció, el miércoles 16 de septiembre, un acto en la memoria de Bernard J. Hargadon.
• El encuentro virtual contó, además, con la presencia de estudiantes, egresados, empleados docentes y administrativos, directivos y representantes del Consejo Superior, quienes señalaron que el legado de este eafitense siempre permanecerá vivo en EAFIT.
A Bernard J. Hargadon EAFIT lo acogió con cariño, lo despidió con nostalgia y lo recordará siempre con gratitud. Ese fue el mensaje que quedó en la comunidad universitaria tras el acto en memoria del primer profesor de EAFIT, que falleció el pasado 8 de septiembre de 2020, y cuya memoria la Institución quiso honrar a través de un encuentro virtual.
A este espacio, que congregó a estudiantes, egresados, empleados docentes y administrativos, directivos, y representantes del Consejo Superior, también se sumó la familia del profesor, así como algunos de sus estudiantes, allegados y amigos que conservó tras los años que vivió en Medellín.
“‘Bernie’, como le decíamos todos, fue un hombre excepcional en todo sentido. Como profesor siempre se entregó en alma, pasión y energía a sus estudiantes. Era jovial, sencillo y motivaba constantemente a los alumnos. Y, en lo humano, fue un hombre con una calidad excepcional, que daba ejemplo con su vida, y que dejó una huella imborrable en todas las personas”, afirmó Julio Acosta Arango, exvicerrector de EAFIT e integrante de la primera promoción.
Y junto a estos recuerdos Armando Múnera, otro de los estudiantes de la primera promoción de Administración de Negocios de la Institución, también quiso compartir algunas anécdotas y experiencias vividas junto a su amigo entrañable, como los partidos de tenis, las visitas sorpresas, o como cuando el norteamericano fue el padrino de su boda en 1963.
Tanto Julio como Armando afirmaron que la historia de la contabilidad en el país fue una antes y después de Bernard J. Hargadon.
“Me convertí, por su generosidad, en su alumno más afortunado y en su amigo. Su recuerdo seguirá con nosotros porque las almas grandes nunca mueren”, expresó el egresado Armando Múnera durante la ceremonia.
Por su parte, Juan Luis Mejía Arango, rector de la Institución lo destacó como un ser excepcional y un colombiano por adopción. “Su recuerdo está vivo. En el corazón de EAFIT siempre vivirá Bernard J. Hargadon.
Una despedida con música, como a él le gustaba
Con el Segundo movimiento del concierto para trompeta en Fa Menor, de Oskar Boehme, y la pieza Balada para una ceremonia, de Erick Ewazen, interpretadas por los estudiantes del pregrado en Música Carlos Andrés Restrepo Correa y Julián David Londoño, la Universidad quiso homenajear al profesor Hargadon con una de sus pasiones, la música. Especialmente, con su instrumento favorito: la trompeta.
Así mismo, después de la proyección de un video donde varios de sus amigos y egresados evocaron algunas memorias y recuerdos junto a él, finalmente Louise Hargadon, hija del profesor, compartió algunas palabras para toda la comunidad eafitense.
“Con estos testimonios y memorias confirmo lo extraordinario que era papá, todas las vidas que tocó, las oportunidades que creó para otros, y como vivió su vida y en lo que creía: justicia, civismo y retribución. Nos sentimos muy honrados por este homenaje y sabemos que él está aquí en espíritu y seguirá cuidando de EAFIT”, expresó.
Así mismo, agradeció a la Universidad por, más de 60 años después, todavía “tener a nuestro padre en tan alta estima. Eso significa mucho para nosotros”.
Louise estaba convencida de que esa decisión de Bernard Hargadon tomó, de mudarse con toda su familia a una ciudad llamada Medellín, seis décadas atrás, terminó por convertirse en la mayor aventura de la vida de su padre. Una de la que siempre se sintió orgulloso.