En celebración del Día del Periodista, el domingo 9 de febrero se le entregó al profesor Adolfo León Maya Salazar, por parte del Club de la Prensa, un nuevo reconocimiento que destaca su labor profesional y dedicación a la docencia y la formación de nuevas generaciones de comunicadores y periodistas. Es el Premio Manuel del Socorro Rodríguez, en la categoría Profesor Universitario.
Este es un reconocimiento que entrega el Club a los periodistas y medios que trabajan de forma ética y responsable con el objetivo de construir una mejor sociedad. En este sentido, se reconoce la labor docente del profe Adolfo, quien durante 18 años ha estado adscrito a la Escuela de Humanidades vinculado para los pregrados en Comunicación Social y en Ciencias Políticas, la especialización en Comunicación Política y la maestría en Gobierno y Políticas Públicas. Así mismo ha sido miembro del Consejo Académico y Consejo Directivo de la Institución, ha participado en Saberes de Vida y la Universidad de los Niños.
Sociólogo de profesión, egresado de la Universidad Pontificia Bolivariana, al poco tiempo de haberse graduado se vinculó con el mundo de la comunicación y, desde ahí siempre se ha mantenido en el contexto de comunicadores y periodistas a través de lo académico. A los medios llegó cuando laboró, por un breve espacio de tiempo, como editor en el periódico
El Colombiano. Sin embargo, la academia volvió a llamarlo a sus filas en 2002 cuando regresó a EAFIT, lugar al que considera su “casa moral”.
Durante su estancia en la U, tanto en su trasegar académico y docente, como en su vida personal, el profesor Adolfo ha mantenido como una constante en su vida el poner a las personas en el centro de sus búsquedas, de ahí que su apuesta sea principalmente a contribuir en la formación de seres humanos, de ciudadanos profesionales que actúen, que vivan y se relacionen manteniendo las premisas éticas de la convivencia, de la escucha activa y que sean arquitectos de soluciones y alternativas en cualquiera de los planos que se muevan.
“Me gusta que mis espacios académicos no sean bajo la premisa de que yo soy el que sé y el que tengo que darle todo a mis estudiantes. No. Quiero ser un gestor de conocimiento, no un administrador de conocimiento. Quiero propiciar y ser una buena compañía en el proceso de formación profesional para que sea compatible esa formación con la formación ciudadana. Quiero aportarle al país ciudadanos profesionales, con gran sensibilidad con lo público, pero lo público no como lo estatal sino como lo que es de todos”, expresa el docente, quien curiosamente nunca ha necesitado correr lista en sus clases para conocer a sus estudiantes y llamar a cada uno por su nombre.
Tras haber sido partícipe en el Consejo Académico y Directivo, Adolfo siente que está plenamente adscrito a las tres consideraciones filosóficas y motivacionales que genera la U: ser un profesor que pueda inspirar; que sea promotor, difusor y alentador de creaciones; y un sujeto participe en las acciones transformadoras. “Esas tres variables para mí no son retóricas, sino que son referentes pedagógicos, educativos y culturales. Hay gente que piensa como vive y yo vivo como pienso, me gusta ser consecuente, ser un promotor de que estar en la universidad no es tan importante como ser universitario. Es una invitación permanente a que vivamos la vida en la plenitud de los sentidos, dotar de sentido nuestras búsquedas”.
Quienes lo conocen lo definen como un intelectual cósmico y multidimensional, alguien que se ha forjado a sí mismo como una espada para confrontar las muchas formas de cerramiento del mundo y del espíritu humano. Así lo explica José Gabriel Cataño Rojas, colega y amigo del profesor Adolfo hace 35 años.
"De las múltiples dimensiones del hombre quisiera al menos mencionar seis enfatizando en tres de ellas: la de profesor, investigador, y líder de opinión, precisamente aquellas por las que recibe este año el reconocimiento en la categoría Profesor Universitario por su destacada labor como profesional y docente, dedicado a la formación de nuevas generaciones de comunicadores y periodistas", agrega.
A pesar de estos 18 años de labor docente e investigativa, la gran aspiración del profe Adolfo es a ser maestro, a que sus alumnos no vean en él un sujeto de poder sino fundamentalmente una buena compañía en las incertidumbres, en las búsquedas colectivas, “yo quiero ser recordado como un buen ser humano. No solo como el doctor o magíster sino como un profesor que fue un buen ser humano, competente, responsable en el sentido y el valor que tiene la educación como la mejor opción de distribuir la riqueza cognitiva o material que tenga un país”, manifiesta.
Luego de recibir su reconocimiento como Profesor Universitario por parte del Club de la Prensa de Medellín, Adolfo Maya ofrece esta alegría a EAFIT, a sus alumnos y exalumnos, a sus padres, a sus hijos Manuela y Nicolás, y a su esposa Tatiana, “sinceramente quiero expresar que esto me conmueve y llena de un profundo orgullo, me entrega un abrazo por parte de colegas, compañeros, amigos, es una manera de abrazarme, pero estoy tan feliz con EAFIT, es mi casa moral. Esto me llena de mucha alegría pues es una expresión hacia mi universidad, y hacia los otros espacios en que he estado, me llena de gratitud” concluye.