Inspiración Comfama graduó a 845 niños y jóvenes en habilidades para la vida

Esta es la primera vez que la Universidad se suma a esta iniciativa en el componente vida en sociedad.

 

Las llenaron de motivación, las hicieron crecer como personas, les enseñaron sobre inclusión, les permitieron intercambiar experiencias con otros. “¡Gracias por acompañarnos con amor, nos sentimos orgullosas y satisfechas por participar de esta experiencia!”, dijeron a través de señas Jéssica Gómez y Ana González Robles, estudiantes de undécimo grado de la Institución Educativa Barro Blanco (en Rionegro), dos jóvenes con limitaciones auditivas que hicieron parte de Inspiración Comfama, un programa que cada año acompaña procesos formativos, culturales, recreativos y artísticos en la jornada escolar complementaria y que graduó a niños y jóvenes este 19 y 20 de noviembre en el Auditorio Fundadores. 

Este año, EAFIT fue una de las aliadas de esta iniciativa que trabaja desde 2017 con instituciones educativas públicas. En esta oportunidad, de acuerdo con lo que explica Verónica Ferrer Escobar, responsable de Inspiración Comfama, el programa añadió a las estrategias de artes, ciencias y expresión corporal, en el componente denominado Vida en Sociedad en el que la Universidad fue partícipe a través de la Escuela de Verano —para los jóvenes de bachillerato— y de la Universidad de los Niños –para los estudiantes de primaria—.  

“Se trata de un programa muy significativo para nosotros porque buscamos que estos estudiantes encuentren sus gustos, pasiones e intereses y puedan explorar el conocimiento a través de experiencias de vida transformadoras. En conjunto con EAFIT hemos logrado acercarlos al mundo productivo, organizacional y permitirles reconocer sus habilidades para ponerlas en práctica”, señala Verónica. 

En total fueron 845 estudiantes de instituciones educativas públicas del municipio de Rionegro (IE. Ana Gómez de Sierra, IE. José María Córdoba, IE. Barro Blanco e IE. Guillermo Gaviria), del municpio de Caldas (IE. José María Bernal) y del municipio de la Estrella (IE. José Antonio Galán) —municipios antioqueños— (11 de ellos con limitaciones auditivas) los que participaron del diplomado que desarrolló sus habilidades para la vida, promovió el respeto de la diferencia y la valoración de la diversidad, favoreció la interacción y el trabajo en equipo, y condiciones para el aprendizaje activo. 

Para Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad, lo más importante es que durante este proceso los estudiantes participaron de manera voluntaria de los cursos e incluso su compromiso con la asistencia permitió que las clases permanecieran siempre abiertas por la alta demanda. 

“Uno de nuestros itinerarios define que existimos para sembrar confianza y esperanza y encontramos en este proceso la manera perfecta para hacerlo realidad. Lo que conocemos como competencias blandas yo prefiero llamarlas competencias duraderas porque son para toda la vida, lo que aprendieron aquí los acompañará para siempre y les permitirá tener una vida mejor en sociedad, en autoconfianza, en mayores habilidades de comunicación. Lo más importante es el entusiasmo con el que asumieron este proceso y por eso los felicito a todos”, expresó el directivo eafitense. 

Este viaje comenzó en febrero, fecha desde la que los talleristas de la Universidad comenzaron a visitar una vez por semana a cada uno de los grupos de estudiantes en sus instituciones. La idea, de acuerdo con lo que cuenta Laura González Suárez, una de estas facilitadoras, era que ellos se sintieran cómodos en su propio espacio y permitir así un mejor desempeño.

“Acompañé a los niños que cursan entre tercero y quinto grado con la metodología de la Universidad de los Niños. Uno de los temas que más recuerdo es ¿por qué existen las guerras?, una pregunta que tiene un alto componente histórico pero que nos permitió ahondar en otros aspectos como el conocimiento de sí mismo, analizar los comportamientos que resultaban de las actividades y el manejo de las emociones. Descubrí que no solo fui a enseñarles algo, sino que yo aprendí mucho de ellos, a entenderlos y a conocerlos”, comentó Laura. 

Por su parte, Natalia Ortiz Gómez, jefa de la Escuela de Verano, destaca que esta es la manera de cumplir con el propósito de ser una Universidad para todas las generaciones con impacto social. 

“Hemos encontrado en estos chicos historias de vida difíciles porque muchos de ellos hacen parte de poblaciones vulnerables y nos han permitido transformarnos en conjunto. En las sesiones se compartieron historias de vida inspiradoras de personajes reconocidos por los estudiantes, que representaban los valores que buscamos promover en los estudiantes”, agrega Natalia. 

Así que, por este año, finaliza con muy buenos resultados esta jornada de aprendizaje que espera continuar en 2020 con muchos más participantes que estén dispuestos a emprender un nuevo camino.