Actualidad eafitense
A releer las historias de Mario Escobar Velásquez
Cuando pase el ánima sola, Canto rodado, Un hombre llamado todero, y Gentes y hechos de la aviación en Colombia son los libros que ya están disponibles.
• Con una colección de cuatro obras reeditadas por las editoriales EAFIT, Sílaba e Hilo de Plata, la fundación Mario Escobar Velásquez conmemora 10 años de la muerte del escritor.
• La presentación se realizó el 29 de junio, en el auditorio 38-110 de la Universidad, con la participación de Juan Luis Mejía Arango, Jairo Morales Henao, Juan José Hoyos y Julia Escobar, prologuistas de las obras.
La osadía de un hombre que a sus 40 años decide dejar su propia empresa manufacturera y su familia para internarse en la selva y sacar a relucir sus dotes de escritor es apenas una parte de la carta de presentación del ganador del Premio Nacional de Literatura Vivencias en 1979. Una foto de Mario Escobar Velásquez en pantaloneta manejando una lancha es la imagen que recuerda Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, del primer novelista colombiano que aparecía en un periódico.
Pero… ¿quién era el sucesor de Manuel Mejía Vallejo en un reconocimiento tan importante? El círculo de lectores y escritores antioqueños estaba a la espera de conocerlo y descubrir de dónde surgía la maravilla de su narrativa, un trabajo que Juan Luis y periodistas como Juan José Hoyos no tardaron en comenzar.
Las anécdotas que vivieron con el escritor las compartieron, junto a Jairo Morales Henao, escritor y docente; y Julia Escobar Villegas, su nieta, el 29 de junio en la presentación de la Biblioteca Mario Escobar Velásquez, un homenaje por los 10 años de su fallecimiento que quisieron hacerle las editoriales EAFIT, Sílaba e Hilo de Plata - que editaron cuatro de sus obras-, en compañía de la fundación que lleva su mismo nombre.
Cuando pase el ánima sola, Canto rodado y Un hombre llamado todero, así como Gentes y hechos de la aviación en Colombia han sido la puntada para recobrar las letras del hombre que se convirtió en la voz de los antioqueños al describir los escenarios del Urabá y el campo en los años 60. Juan Luis, Jairo, José y Julia fueron los encargados de hacer el prólogo de cada una de estas obras que hoy están a disposición de la ciudadanía.
Cuenta Juan José, que fue su huésped por más de una semana en su casa familiar en el barrio Alejandro Echavarría de Medellín, que el papá de Mario solo quería que dejara la escuela para trabajar en la tienda familiar. Sin embargo, entre las pertenencias de ese padre desinteresado de la educación de su hijo, el niño descubrió que él también era un escritor. “Un oficio que parece fácil para la gente que tiene acceso a la educación, pero para él, que tenía una familia que sostener, era una vocación que llevaba en el alma, pero en secreto”, contó el periodista.
Así que cuando pudo, se abrió camino entre las selvas del Urabá antioqueño y compró una parcela de tierra a orillas del río León. El lugar se llamó Thule.
Las experiencias que despertaron su sensibilidad
Pero administrar una finca no requería mucho tiempo, así que, con una vieja máquina de escribir se dedicó a explotar ese talento, esa fuerza narrativa con mucho vigor.
Y hasta Thule llegó Juan Luis Mejía también para conocer las facetas de ese escritor que el país comenzaba a conocer. En ese lugar pudo admirar la obsesión que él tenía por entender cómo funcionaban las cosas y la manera en que las reflejaba al construir los relatos. “Una vez lo vi reparando un motor y noté cómo trataba de interpretar los mecanismos de construcción. Cuando empezó a escribir ya conocía los trucos de tanto leer. Más que escritor era un gran lector”, apuntó el Rector.
Jairo Morales Henao, en cambio, lo comenzó a identificar leyendo sus obras. “Se salía del esquema del escritor urbano y me agradó esa primera impresión porque llevaba una vida distinta a la de un periodista o un profesor universitario”, indicó.
Eso porque allá se despertó también el amor por la naturaleza, la compenetración con los animales, la admiración por la flora y la fauna. En sus obras todos estos aspectos tienen un protagonismo, una muestra de respeto.
“La lucha del hombre con la naturaleza; la vida de un cazador; el valor de la construcción de los personajes animales, del mundo vegetal y la antropología humana hacen de él uno de los grandes entendedores de este entorno”, apuntó Juan José.
Y así fue con las mujeres: bellas, misteriosas y temibles en sus obras violentas que a la vez tenían mucha dulzura, ternura y la capacidad de decirle al lector que todas ellas son distintas. A ellas muchos de sus amigos tuvieron la oportunidad de conocerlas porque, en su mayoría, fueron inspiración del día a día de Mario.
Luego, algunos de ellos pudieron asistir a los talleres de escritores que dirigió en la Universidad de Antioquia y en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid en donde una de sus premisas para los estudiantes siempre fue valorar a los escritores por su obra y no por la publicidad.
Los cuatro textos que se presentaron en esta sesión y que pueden ser adquiridos por la comunidad fueron detallados de manera minuciosa en un ejercicio en el que, de acuerdo con Claudia Ivonne Giraldo Gómez, jefa de la Editorial EAFIT, se trató de preservar el estilo de su voz por lo que las correcciones son mínimas y se limitan a errores ortotipográficos como tildes que ya no se usan.