Actualidad eafitense
Comercio prometedor entre Colombia y la Unión Europea en el posacuerdo
El sector rural es clave para el fortalecimiento del comercio entre Colombia y los países de la UE, según Eamon Gilmore, enviado especial de la UE para el proceso de paz de Colombia.
• Eamon Gilmore, enviado especial de la UE para el proceso de paz en el país, habló en EAFIT, el martes 24 de mayo, sobre los retos para el comercio en el posconflicto.
• Un panel de expertos académicos, y de los sectores público y privado, analizaron las oportunidades y los retos de las relaciones comerciales entre la nación suramericana y el Viejo Continente.
En su trabajo diario, Eamon Gilmore, enviado especial de la Unión Europea para el proceso de paz en Colombia, recuerda constantemente el Acuerdo de Viernes Santo, nombre otorgado por los irlandeses al día de 1998 en que, además de conmemorar la crucifixión de Jesús, se firmó en Belfast (Irlanda del Norte) el documento cuyas líneas pusieron fin al conflicto armado en ese país.
Según este irlandés, que fue ministro de Relaciones Exteriores de Irlanda, a ese día le siguió un referendo aprobado en las urnas por los ciudadanos. Luego vino un debate público; se llevaron a cabo actos de desarme por parte de los exmilitantes del Ejército Revolucionario Irlandés (IRA); se destruyeron armas; se desmilitarizaron ciudades; la Policía pasó a ser una fuerza eminentemente comunitaria; se convocó a elecciones, y se empezó a recuperar la confianza de la gente.
"Y, aun así, —asegura Gilmore— queda mucho por hacer. Ha habido momentos de duda en este proceso, que toma tiempo, pero exige paciencia y la Unión Europea nos ayudó mucho, especialmente a la hora de fortalecer las inversiones en Irlanda. Porque el acuerdo de paz no es solo dejar las armas y finalizar la violencia, sino acompañar los procesos sociales, económicos y comerciales".
Y es que ese último aspecto, según el diplomático, es uno de los que menos viene a la mente al pensar en un proceso de paz. En sus palabras, se habla de acuerdos y desarmes, pero no en cómo fortalecer la inversión extranjera ni el intercambio comercial para generar condiciones sociales y económicas para la paz, un tema alrededor del cual giró el conversatorio La Unión Europea y Colombia: Oportunidades para el comercio y la inversión en el marco del postconflicto, que se realizó el martes 24 de mayo en EAFIT.
En ese sentido, Mariana Sarasti Montoya, viceministra de Comercio Exterior de Colombia, señala como un aporte fundamental al período del posconflicto el fortalecimiento de las relaciones comerciales de Colombia con la Unión Europea, un mercado de 500 millones de consumidores cuyas ventajas pueden incidir en el desarrollo social de los territorios y, por ende, en la construcción de una paz duradera.
La funcionaria dice que Colombia es el proveedor número 42 de la UE, pero resalta las facultades del país para alcanzar los mercados que conforman ese organismo, un objetivo al que apunta el Gobierno al definir "los Proyectos de Interés Nacional y estratégicos (Pines), cuyo fin es lograr exportar más bienes que hemos identificado como estratégicos mediante el trabajo conjunto de entidades como el Invima, la Dian y el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), teniendo en cuenta el potencial del país en agricultura".
Retos y fortalezas
Los productos estratégicos identificados por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia son carne bovina, aguacate hass, mango, guayaba, entre otros. De otro lado, y de acuerdo con Cristoph Saurenbach, consejero comercial de la UE en Colombia, productos como el banano, las frutas frescas y el café ocupan hoy el segundo lugar en las principales exportaciones desde Colombia a la UE, sumando el 23,61 por ciento del total, mientras que las principales importaciones a Colombia desde la UE son aparatos mecánicos (17,53 por ciento), productos farmacéuticos (12,56 por ciento), aeronaves (8,32 por ciento) y vehículos (7,82 por ciento).
El consejero manifiesta que el Tratado de Libre Comercio entre Colombia y la UE "eliminó los aranceles a muchos bienes y servicios, dio acceso a muchos mercados, incluido el de contratación pública, y tiene altos estándares laborales y medidas fitosanitarias. De hecho, las exportaciones de bienes agrícolas a la UE crecieron más del 50 por ciento el año pasado, y la balanza comercial ha sido siempre a favor de Colombia, pues desde el día uno toda la producción industrial de Colombia tiene libre acceso al mercado europeo pero, en sentido contrario, la apertura ha sido gradual".
Por estos motivos, Eamon Gilmore afirma que la agricultura será el tema clave en las relaciones entre Colombia y el organismo supranacional, el que viene trabajando hace dos décadas en proyectos sociales y ha invertido, en los últimos 10 años, cerca de 450 millones de euros, en diferentes regiones del país, para alcanzar el objetivo de la paz.
En su opinión, es necesario "un trabajo conjunto para fortalecer la resiliencia social y la capacidad institucional, y asegurar la protección de los derechos humanos. Colombia se ha desarrollado muy bien a pesar del conflicto, y su economía ha crecido un 5 por ciento en la última década, en medio de cambios económicos mundiales, pero la paz necesita del desarrollo y este sólo llega a lugares con carreteras y medios de transporte. La UE está invirtiendo para que esta infraestructura mejore en el país, para hacerlo más competitivo en materia industrial y tecnológica".
El enviado especial asegura que el proceso en La Habana abre oportunidades para que Colombia crezca y se aumenten las oportunidades de negocio, y agrega que la UE ofrecerá su acompañamiento en todos los esfuerzos de construcción de paz, cuya contribución más grande, desde su punto de vista, está en el desarrollo rural.
Sin embargo, Manuel Esteban Acevedo Jaramillo, decano de la Escuela de Administración de EAFIT, advierte que las nociones de paz en los territorios del país difieren mucho de la del Gobierno central, y que la integración entre los escenarios comerciales y el período del posacuerdo está lejos de lograrse, debido a que el conflicto ha llevado a un atraso de siglos en las prácticas agrícolas del país.
En esa misma línea, Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidades de la Universidad, llama la atención sobre el riego de etiquetar asuntos como el desarrollo económico con epítetos referentes al posconflicto. "Reconocer nuestras fortalezas y las necesidades de los consumidores europeos es sólo parte de lo que un Gobierno tiene que hacer en cualquier momento para asegurar el desarrollo de un país", puntualiza el experto.