Francisco López Gallego Francisco López Gallego se acuerda exactamente del día en que decidió que iba a ser docente. Fue mientras cursaba el grado noveno en el colegio San Rafael y llegó tarde a clase por quedarse leyendo con un grupo de amigos en una cafetería del parque de Belén. El castigo significaba perderse las primeras horas de clase, pero su profesor de literatura, José Álvarez Patiño, intercedió por ellos porque sabía que se habían quedado leyendo Don Quijote de la Mancha.
Cuando Francisco le preguntó a su maestro cómo sabía que estaban leyendo precisamente ese texto, este le respondió que solo esa obra podía emocionar a las personas de dicha manera. Desde ese momento quiso tener ese amor y dedicación por el conocimiento, pero al mismo tiempo la vocación y la dedicación por entender a sus estudiantes.
Este psicólogo de la Universidad de Antioquia y doctor en Ciencias de la Gestión de la Universidad Ramón Llul (SE LEE YUL), en Barcelona, tuvo su primer acercamiento con la docencia en la facultad de Medicina de la U. de A. Su recorrido por el Centro de Educación Continua y las jefatura del pregrado en Administración y del Departamento de Organización y Gerencia lo llevaron, posteriormente, a la decanatura de la Escuela de Administración, cargo que ocupó por cerca de 15 años.
No es corta la lista de premios, distinciones y aplausos que recibió mientras estaba al frente de esta unidad. Sin embargo, este es el primer año en el que Francisco puede dedicarse enteramente a ser profesor e investigador, sus clases en el pregrado en Psicología y en los posgrados de su escuela están llenas de buen humor, de anécdotas y de enseñanzas que le dejó su profesor José Álvarez Patiño y que marcaron su recorrido.
Por ese motivo este reconocimiento lo siente como un voto de confianza a la gestión realizada, como una invitación a continuar en un proceso constante de formación, y como un llamado profesional a transformarse y adaptarse a las nuevas necesidades de la educación, sin olvidar que el eje central es la relación pedagógica entre estudiante y profesor. Este es el lugar donde siempre quiso estar, las aulas son su elemento y los estudiantes su motivación.
John Jairo García Rendón En su trayectoria docente John Jairo García Rendón se ha distinguido como un profesor con alto sentido humano que entiende las individualidades de sus estudiantes, que los ayuda en sus respectivos procesos y que incentiva en ellos la motivación por aprender. Porque como él mismo lo dice, si la gente está motivada, estudia más, responde mejor y transforma el mundo.
Y es que para entender temas como la organización industrial, el funcionamiento de los mercados energéticos, la formación de precios en diferentes sectores económicos o la microeconomía, se necesita de un guía que sea capaz de plantear las situaciones tanto desde la perspectiva teórica como desde el campo aplicado.
John Jairo ha encontrado ese balance en su trayectoria docente y ha convencido desde ingenieros hasta comunicadores sociales acerca de la importancia de la economía en la toma de decisiones.
Con ese poder de convicción tomó el camino de la docencia desde su época de monitor en el pregrado en Economía de la Universidad de Antioquia; una vocación que pudo desarrollar más adelante en esa misma institución; y que perfeccionó en EAFIT, desde 1997, como docente de cátedra, y desde 2002, como profesor de tiempo completo.
El aula de clase es ese terreno que lo apasiona y que lo llena de orgullo al ver como sus estudiantes se inquietan por el conocimiento, se cuestionan sobre la realidad que los rodea y encuentran nuevas formas de solucionar problemas. Es esa relación que ha sembrado con cariño y dedicación, pero también con disciplina y respeto, la que le ha permitido ser distinguido como el mejor docente de la maestría en Economía durante los dos años anteriores.
Eugenio David Andrés Prieto Quintero El conjunto de reglas y procedimientos necesarios para acceder a la administración de la justicia conforman la rama procesal del Derecho. Ese es un campo que Eugenio David Andrés Prieto Quintero domina con experticia y al que se ciñe estrictamente en el terreno laboral. Sin embargo, en el aula de clases las reglas que imperan son otras: la rigidez, la severidad y la reserva que maneja en el terreno jurídico las deja por un momento a un lado para dar lugar a un profesor flexible, amable, conversador, paciente y entregado a su vocación docente.
Quienes han tenido la fortuna de asistir a sus clases de Relación Jurídica Procesal, y de Teoría general de los Procedimientos, sostienen que con Andrés, como prefiere que lo llamen, se acaba el sueño en las clases de 6:00 de la mañana y se olvida el hambre en las de 6:00 de la tarde.
Sus sesiones, en las que mezcla la teoría con alguna que otra broma o anécdota de su experiencia profesional, se caracterizan por una escucha constante de las inquietudes de sus estudiantes y un proceso de acompañamiento permanente en sus procesos de aprendizaje.
Sus colegas, igualmente, lo destacan como un profesional con las capacidades académicas para dominar los temas que dicta, pero con la parte humana necesaria para enseñarlos con compromiso, dedicación y excelencia.
El abogado y magíster en Derecho Procesal de la Universidad de Medellín, y candidato a doctor en este mismo campo de la Universidad Externado de Colombia, recibe hoy el premio a la Excelencia Docente con el reconocimiento y las felicitaciones de sus compañeros y estudiantes. Su madre también se encuentra aplaudiendo con entusiasmo junto a ellos.
Andrés Posada Saldarriaga Andrés Posada Saldarriaga ve música en todas partes; en la armonía de la literatura, en los ritmos de la poesía, en la forma como se encuentran distribuidos los pigmentos en un lienzo o en las dinámicas de la arquitectura.
Quizás por eso siempre encuentra en sus clases la manera de establecer paralelos con las otras ciencias y de transmitirles a sus estudiantes que la creación musical no es otra cosa que arte que se mantiene en el tiempo.
Esa visión, enriquecida con su formación musical en Bellas Artes, la Universidad de Antioquia, la Escuela Superior de Música y Mannes College of Music, y pasada por el tamiz de su experiencia como docente, le permiten afirmar que la enseñanza de la música no solo es cuestión de talento, sino que es un trabajo artesanal que se construye con paciencia, constancia, disciplina y pasión inquebrantable.
El maestro Andrés es un hombre de sonidos, texturas, armonías, sensaciones y balances que entiende la música como una forma de vida, y la docencia, como una oportunidad permanente de aprender de sí mismo, de sus colegas, de sus estudiantes y del arte que enseña.
En su amplia trayectoria se ha desempeñado como docente de las universidades Adventista y de Antioquia; y desde 1998 como docente de tiempo completo en EAFIT, donde no solo cofundó y lideró el Departamento de Música, sino que fue uno de los gestores de la llegada de las humanidades a la Institución.
Por ese motivo, este premio no solo es para una vida dedicada al arte, es también un reconocimiento y un espaldarazo a la gestión y la creación musical que han convertido a EAFIT en referente y epicentro cultural de la ciudad y el país. |