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Lo íntimo de Débora Arango está en EAFIT
Débora Arango nació en la capital de Antioquia en 1907 y murió en Envigado en 2005. En 1987 la artista donó 233 obras al Museo de Arte Moderno de Medellín. Aquí la pintora en el proceso de creación de una de sus obras.
• Los archivos personales de la pintora antioqueña Débora Arango fueron donados a la Sala de Patrimonio Documental de la Universidad.
• Los estudiosos de la obra de la artista podrán consultar cartas, reseñas, fotografías, entre otros documentos de la pintora.
Unas veces joven y sonriente, otras con el tiempo marcado en su piel y, en ese lapso, las historias de una vida con trazos de repudio y admiración. Así es la Débora Arango que se puede descubrir en la Sala de Patrimonio Documental, el único lugar en la ciudad donde se encuentran los documentos personales de la artista.
Entre los reconocimientos están los archivos más antiguos: uno de 1939, año en el que le adjudicaron su primer premio y por el que recibió un cheque de 100 pesos; el certificado de asistencia a clases de pintura, mural y dibujo natural y en movimiento de la Escuela de Bellas Artes de Madrid, o un recorte de prensa, de 1940, donde se lee que es “una mujer que pinta con valor y emoción, a pesar de los ataques de los críticos”.
De esas críticas también hay registros, como una carta escrita a mano por un autor anónimo que, en 1975, tras visitar su exposición en la Biblioteca Pública Piloto, calificó su obra de “impúdica, corruptora, desvergonzada, pornográfica, vulgar, sórdida, escabrosa, lujuriosa, sicalíptica, grotesca”.
“El archivo tiene recortes de prensa, fotografías, cartas, algunas escrituras de su casa de Envigado, y muchos homenajes que se le hicieron una vez fue reconocida en Colombia como artista, lo que fue muy tardío”, comenta María Isabel Duarte Gandica, coordinadora de la Sala de Patrimonio Documental.
Y es que, en su opinión, la pintora primero triunfó en el exterior, particularmente en España, y solo hasta 1984 su obra fue aceptada en Medellín, a pesar de su talento y de lograr abrirse camino como mujer en una sociedad machista y conservadora que la ignoró e injurió, hasta imponer su estilo, su pensamiento, su arte.
“Débora no tuvo un reconocimiento en esa época porque se atrevió a pintar desnudos, mujeres absolutamente desgarradas, o en las situaciones reales como tener hijos o ser sirvientas. Esas denuncias que hacía en sus pinturas no fueron bien recibidas por una sociedad donde la mujer tenía un papel de hogar, y apenas empezaba a incursionar en otros ámbitos”, comenta la historiadora.
Reconstrucción histórica
Cecilia Londoño de Estrada, sobrina de Débora Arango, fue la persona que se dedicó a recoger los archivos de Débora desde muy temprana edad. También es la guardiana de Casablanca, la que fue la residencia de la pintora, y cuya decisión de convertirla en museo aún está en el tintero.
También fue quien, generosamente, le entregó el material de la artista a María Isabel, el que había dispuesto en álbumes, tenía identificado y contenía sorpresas como su correspondencia.
“En la Cátedra Débora Arango los niños eran llevados a ver las exposiciones de la artista y después pintaban lo que habían visto. Esos dibujos fueron entregados a Débora, quien se sentía feliz, porque eran la mirada de los niños sobre su propia obra”, recuerda María Isabel sobre otros de los archivos que se conservan en EAFIT.
El paso de la pintora por Europa, entre 1953 y 1955, época en la que residió en Inglaterra, Francia, Escocia, Austria y España, e hizo sus primeras cerámicas, así como su vida en Colombia, donde estuvo activa hasta 1960 y luego permaneció en silencio hasta 1975, también está registrado en fotografías, unas públicas y otras desconocidas.
A estas se suman homenajes, como el Honoris Causa de maestra en Artes Plásticas que le otorgó la Universidad de Antioquia en 1995, tarjetas de invitaciones, postales, el documento que da cuenta de la creación de una galería en México con su nombre, y reseñas de sus exposiciones en el extranjero, sobre las que, según María Isabel, se conoce poco.
“La importancia de estos archivos para los estudiosos de la obra de Débora o del desarrollo del arte en la ciudad es que todos los documentos sobre la evolución de su carrera están en un mismo lugar. Creo que es una buena oportunidad para quienes estudian sobre ella”, expresa.
Las seis cajas con los documentos están en proceso de organización, y faltan otras por llegar pero, aun así, ya han sido abiertas en varias ocasiones, pues como lo menciona la Coordinadora de la Sala de Patrimonio Documental, es un archivo muy consultado, que se quiere difundir para que sea del disfrute de las personas y para perpetuar la memoria de Débora Arango.
“El valor agregado es que es un archivo guardado y recopilado con mucho cuidado y, sobre todo, con mucho amor, lo que nos hace estar doblemente agradecidos con Cecilia, porque nos entrega un material en óptimo estado de conservación”, finaliza.