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10/04/2015

Opin​ión

​Más pedaleo en la comunidad eafitense

 
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Por Alejandro Álvarez Vanegas, profesor auxiliar del Departamento de Ingeniería de Procesos. 
 
Este eafitense se desempeña, además, como coordinador del Núcleo de Formación Institucional (NFI) en el tema de cultura ambiental. La foto corresponde a su intervención en el evento Café ciudad. Retos y posibilidades para los eafitenes, que se desarrolló en febrero.
 

 

A​ndar en bicicleta no debe ser un asunto solo de fines de semana. Por eso, la invitación es a hacerlo con frecuencia y a utilizar este vehículo varias veces a la semana, pues son muchos los beneficios que trae para la salud y el medio ambiente.

 

La propuesta de Alejandro es hacer uso de este vehículo como un compromiso colectivo, en el que docentes y emple​ados administrativos den ejemplo. Para esto, la Universidad cuenta con zonas para el parqueo de las bicis, y lugares para ducharse.  

 
A ver, arranquemos por el principio, y hagámonos una pregunta: ¿por qué usar la bicicleta como medio de transporte? Y para responder empecemos con una razón centrada en el individuo (pero que tiene también fuertes implicaciones colectivas): la salud. 
 

 
Los domingos vemos cómo se llena la ciclovía en la avenida Regional, los fines de semana nos encontramos bastante gente subiendo por Las Palmas y, si vamos hacia el Suroeste, vemos también ciclistas que se aventuran hasta Caldas (o más allá) o que vienen de esa dirección. 
 

 
En fin, son muchas las rutas en las que notamos que el ciclismo es una forma popular de deporte en nuestro entorno. Pues bien, los beneficios de andar en bici (reducción de peso, salud cardiovascular, mejoramiento de la postura y la coordinación, musculatura fortalecida, etc.) no se dan únicamente los sábados y los domingos. Si varias veces a la semana se utiliza la bicicleta para desplazarse al trabajo, los beneficios para la salud, ¡oh sorpresa!, son mucho mayores. 
 

 
Otra razón es que montando en bici se hace un gran aporte a la reducción de emisiones perjudiciales para el ambiente y la salud, no solamente en cuanto a CO2 de fuentes fósiles, sino también en relación con el material particulado. 
 

 
La bicicleta es mucho más eficiente en términos de consumo energético por unidad de distancia (unas 35 veces más eficiente) y como el combustible es la arepa con quesito y el chocolate de por la mañana (en vez de gasolina o diesel), no hay emisiones de CO2, aparte, por supuesto, del que exhalamos naturalmente durante la respiración celular y que, de igual forma, emitiríamos yendo en carro o en bus (partiendo de que estemos vivos).
 

 
¿Otros beneficios? En términos de ciudad hay una optimización en la distribución del espacio; se genera un fenómeno de inclusión (impulsando el aumento de la tolerancia y la disminución de la violencia), aportando a la construcción de ciudades para todos, hechas a escala humana, de dimensiones antropométricas. Además, se generan beneficios económicos para los usuarios que ahorran en pasajes, en infraestructura, en prevención de impactos ambientales y para la salud.
 

 
En definitiva, son muchos los aspectos positivos. Entonces, ¿debe ser la bicicleta el único medio de transporte? No. Dejemos claro que no se trata de eso, que lo que se necesita es un sistema multimodal e integrado que, eso sí, no solo permita sino que, además, promueva el uso de la bici. 
 

 
Se necesitan carros particulares para diversos trayectos y situaciones, sí (y de paso, quienes tienen que andar en carro, apoyen la bici, les conviene, no es que uno esté metido en un trancón, ¡uno es el trancón!). 
 

 
También se necesitan buses y líneas de metro, tranvías y cables, y... bueno, se necesita -para no dejarlo para después- que todos estos medios de transporte sean impulsados por energía proveniente de fuentes más limpias. Pero ese es otro tema, volvamos a lo nuestro. 
 

 
Mencionamos que cada vez que nos transportamos en bicicleta, que con cada revolución de un pedal se generan grandes beneficios. ¿De quién es entonces la tarea de generarlos? Pues es algo colectivo, y a los docentes y al personal administrativo nos toca dar ejemplo. Los estudiantes se animan cada vez más a pedalear y lo hacen con convicción, pero no por eso vamos a desplazar hacia ellos la carga de darle una mejor forma a nuestras ciudades. El futuro no es solo responsabilidad suya, es también nuestra, muy nuestra. 
 

 

¡Pero es que e​n el Valle de Aburrá es muy difícil andar en bici por las lomas! 

 
Una gran parte de este valle es plana, y si hay pequeñas pendientes, no hay razón para asustarse, la bici es agradecida y no hay que subestimar el poder las piernas: es cuestión de perseverar un poco y rapidito se acostumbra uno. Sin embargo, como es verdad que hay lomas duras o trayectos largos y, algunas veces se puede necesitar un empujoncito, hay que buscar una solución. Y la hay: para eso están las bicicletas asistidas. 
 

 

¡Y uno llega todo sudado y q​ué pereza! 

 
Muchos trayectos son fáciles de hacer y se sudarán quizás dos o tres gotas más de las que se derraman caminando desde el parqueadero hasta la oficina. Además, EAFIT es un lugar ideal para el deporte y siempre está abierta la posibilidad de utilizar una de las múltiples duchas del campus. 
 

 

¡Y es que además es muy pel​igroso!

 
Indiscutiblemente hay que tener cuidado. Medellín y sus alrededores no están bien dotados en cuanto a ciclorrutas -y aunque parezca increíble todavía hay quienes ponen problema cuando se intenta adecuarlas- y, por lo tanto, no sobran las precauciones. 
 

 
Sin embargo, los riesgos que se presentan pueden llevarse a un mínimo más que tolerable si manejamos atentos y responsablemente (y fluimos con el tránsito respetando sus normas), si desarmamos nuestras mentes y nos hacemos conscientes de que el espacio es de todos y si, sin excepción, utilizamos los elementos de seguridad como el casco, las luces y el timbre. En Medellín existe un Manual del Ciclista Urbano con indicaciones adicionales para ir en bici, vale la pena leerlo. 
 

 
Yo vengo en bici a la Universidad. Santiago Carvajal uno de mis estudiantes, también. Lo mismo mi vecino de oficina, Juan Diego Jaramillo, profesor de Ingeniería Civil. También Juan Fernando Ruiz, Key-Account-Manager del Centro de Innovación, Consultoría y Empresarismo (Cice); así como Juliana Montoya y Juliana Gómez, consultoras en Urbam. 
 

 
Se puede venir en bicicleta. Y es más entretenido y más barato.​
 
Última modificación realizada el 16/04/2015 8:20 por Bibiana Andrea Mona Giraldo