• A la labor del docente se suma la responsabilidad de la formación en valores. Esa es la reflexión que propone Gabriel Jaime Arango, director de Docencia, como parte de la celebración del Día del Profesor.
• Hoy 15 de mayo, a las 5:00 p.m. en el Auditorio Fundadores, se realizará esta celebración institucional, en la que se entregarán reconocimientos a la labor profesoral de 2012 y se sorteará un tiquete doble a un destino internacional.
Fórmulas químicas, modelos económicos, análisis financieros, ecuaciones diferenciales, sistemas políticos, estrategias de negocios, destrezas musicales, entre otros temas, hacen parte de la cotidianidad de las aulas eafitenses. En estos recintos, los profesores y los estudiantes, y la experiencia y la curiosidad, convergen para participar del diálogo académico y el intercambio de saberes.
Sin embargo, el rol del docente es cada vez más cambiante, y al proceso de enseñanza de conocimiento y cultura, se suman otras funciones ligadas a la formación en valores con impacto social.
Esa es la reflexión que propone Gabriel Jaime Arango Velásquez, director de Docencia, como parte de la celebración del Día del Profesor, que se celebró el miércoles 15 de mayo, en el Auditorio Fundadores a las 5:00 p.m., y que contó con la entrega de reconocimientos a la labor docente durante 2012.
Según el directivo, los alumnos actuales se mueven por la motivación a descubrir valores y rutas para la adquisición del conocimiento. Y, en esa relación, el docente se convierte en un apoyo para estos, poniendo a su servicio no solo ideas, sino experiencias de vida.
“De esta manera, el estudiante tiene a un formador de tipo capacitador y, al mismo tiempo, a un acompañante en su proceso de desarrollo y crecimiento personal. Se trata de una formación integral basada en una relación constructiva, propositiva y de mutuo entendimiento, donde cada una de las partes tiene derechos y deberes”, explica el director de Docencia.
Gabriel Jaime enfatiza en que, aunque exista una relación de confianza y cercanía, no se pueden desfigurar los papeles de cada uno.
Estas afirmaciones las comparte Maximiliano Aramburo Calle, docente de la Escuela de Derecho, y quien está convencido de que la formación en valores es un asunto transversal que no debe limitarse a la vida privada o a ciertas disciplinas.
“En derecho, por ejemplo, independientemente de la concepción que se tenga sobre justicia, no hay duda de que en el ejercicio de la profesión influye un determinado sistema de valores. Más allá de eso, otras profesiones tienen códigos de ética, y la formación en estos códigos también forma en valores”, señala el docente.
De igual manera, Juan Carlos Sanclemente Téllez, profesor del pregrado en Mercadeo, afirma que la ausencia actual de valores en la sociedad es un reto que deben asumir los docentes, no solo universitarios, sino también de escuelas y colegios.
“Hoy en día, las personas se hieren con palabras y actos violentos. Por eso es fundamental y primordial que siempre exista una formación en valores”, manifiesta.
La Universidad, un lugar para fortalecer la personalidad
Además de los conocimientos que imparte en sus clases, Mónica Patricia Ospina Londoño, del pregrado en Economía de la Escuela de Economía y Finanzas, motiva a sus estudiantes que asistan a eventos académicos y conferencias afines, e incluso a manifestaciones culturales que puedan aportar a sus procesos de formación de manera integral.
“En mis clases siempre hablamos sobre la importancia de la formación en valores, y especialmente nos detenemos en aspectos como el fraude académico y las implicaciones que puede tener en su futuro”, comenta la eafitense.
Precisamente, Gabriel Jaime está convencido de que, además de los conocimientos académicos y la vocación por la docencia, los profesores deben conocer sobre la filosofía de la educación, de las normas que la regulan y de las condiciones particulares de cada estudiante para ayudarlos a superar sus dificultades y prepararlos para su futuro personal y profesional.
El administrativo afirma que todavía existe una gran parte de maestros que creen que esta labor es propia de las escuelas y las familias. Sin embargo, destaca que muchos de los estudiantes llegan a una muy edad temprana a la Universidad y se hacen ciudadanos, consiguen la madurez y fortalecen sus convicciones y creencias en esta, por lo que el sistema educativo colombiano les pide a las instituciones de educación superior que participen activamente en la formación de su personalidad.
“La formación en valores no debe tratarse como una instrucción, sino como una forma de vida y que, de esta manera, acciones como ser honestos o evitar el plagio, el robo o la suplantación se conviertan en hechos cotidianos”, ratifica, por su parte, Sonia López Franco, docente de la Escuela de Ciencias y Humanidades.
Opinión a la que se suma Alberto Rodríguez García, decano de la Escuela de Ingeniería, quien sostiene que este tema no solo es propio de escuelas y universidades, sino de todas las etapas de la vida.
Para cumplir con este fin, el director de Docencia hace un llamado para que el profesor sea un buen conocedor de sus estudiantes. Por un lado, de sus fortalezas y capacidades para que pueda alimentarlas, y de sus debilidades y falencias para ayudarlos a complementarlas. Todo esto bajo el mismo propósito: el aprendizaje.
Finalmente, concluye que el conocimiento académico, como fuente de información, se encuentra en muchas partes, pero son los docentes los que aportan experiencias y lecciones vivas a los procesos de enseñanza y aprendizaje, y es en ese punto donde realizan una enorme contribución con la educación en valores.