Actualidad eafitense
El Edificio de la Biblioteca y la Universidad Parque, dos historias que se cruzan en una celebración
Además del recorrido por el campus, habrá un homenaje a los gestores y a los arquitectos de la Universidad Parque, así como la inauguración de la exposición El color del deseo, de Flor María Bouhot.
• Este martes 14 de mayo se celebrarán las primeras dos décadas del edificio del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, el corazón del campus que constituye el símbolo del aprendizaje, el descubrimiento y la creación.
• Así mismo, se conmemorarán 15 años de la concepción de la Universidad Parque con un recorrido que parte desde el Jardín del Cámbulo —entre los bloques 17 y 18— a las 4:30 p.m.
Entre los cantos de los loros y los currucutúes; bajo la sombra de las acacias, de los urapanes y los hobos, alrededor de las ardillas o entre un prado de flores de colores que inspiran cada amanecer en la Universidad Parque se ha ido construyendo un lugar para estar, para permanecer, para inspirarse.
Es EAFIT, una Universidad que al tiempo en que se ideaban los nuevos saberes por incluir en los programas académicos y se creaba un epicentro de conocimiento como el edificio de la Biblioteca, pensaba en hacer del espacio físico un escenario amigo de la naturaleza, sostenible y diverso.
De allí que hoy los eafitenses celebren con orgullo los primeros 20 años del edificio del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas y 15 años de la Universidad Parque, dos motivos que convocan la participación de la comunidad el martes 14 de mayo, desde las 4:30 p.m., en un recorrido que iniciará en el Jardín del Cámbulo —entre los bloques 17 y 18— y finalizará con un homenaje en la Biblioteca a las 5:30 p.m.
Y es que mirar hacia atrás le recuerda a Juan Fernando Forero Soto, arquitecto de algunas construcciones de la Universidad, un espacio lleno de torres y parqueaderos que comenzó a desarrollarse con una idea de parque cuando se le dio vida a uno de los edificios más importantes de todo el campus universitario: la Biblioteca.
Este nuevo escenario se configuraba como el epicentro del conocimiento, aquel espacio en el que la sabiduría de los libros le daría paso a la investigación, que albergaría a miles de estudiantes y profesores para permitirles descubrir nuevos saberes y que sentaría un precedente cultural para la Institución y la región. Así fue como nació en 1999 el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas y, en su conjunto, la Plazoleta del Estudiante.
“En ese entonces el objetivo era dejar de ser una Institución que solo transmitía conocimiento y fue como llegaron las humanidades y se le dio paso a este edificio en el centro de todo. Dos décadas después, es un lugar contemporáneo que no ha perdido su vigencia, que cada año es mejor y que nos demuestra que debemos estar en constante evolución”, destaca Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad.
Poco a poco las estanterías se fueron llenando de libros físicos de todas las áreas del saber, se inauguró la sala de audiovisuales, comenzaron a llegar las exposiciones de artes y se creó la Sala de Patrimonio Documental.
Tres años después ya había suficiente espacio para el almacenamiento de las colecciones impresas que crecían en la medida que se ofrecían nuevos programas académicos.
“La infraestructura tecnológica siempre estuvo a la vanguardia de acuerdo con la época en la que nos encontrábamos. En ese entonces teníamos acceso a las bases de datos bibliográficas a través de discos compactos y luego evolucionamos a servicios en ambiente web”, recuerda Patricia Ospina Ospina, jefa de la Biblioteca.
Deseosa de mantenerse en constante transformación y de imprimir el sello de calidad en todos sus procesos, la Biblioteca se caracteriza hoy por satisfacer las necesidades de información de los investigadores, por contar con una infraestructura física y tecnológica apropiada, por ofrecer espacios y mobiliario adecuados para los usuarios y un personal idóneo que acompaña las solicitudes de los 3300 eafitenses y visitantes que día a día arriban a este edificio.
En simultáneo, 1543 personas pueden estar en salas de estudio individuales o grupales; obtener asesoría de 13 profesionales, 19 auxiliares, 5 prestadores de servicio, 2 practicantes y 19 monitores; acceder a las colecciones de la Sala de Patrimonio Documental que cuenta con el 40 por ciento de los libros impresos de toda la Biblioteca, disponerse en la Sala de Aprendizaje Activo o aprovechar de la jornada 24 horas en temporada de finales, con el fin de apoyar a los estudiantes en la práctica para sus evaluaciones.
A futuro, indica Patricia, la Biblioteca se suma al Itinerario EAFIT 2030 con una contribución al aprendizaje, al descubrimiento y a la creación con recursos y servicios de información actualizados, pertinentes y accesibles. “También vamos a promover el desarrollo de las habilidades del siglo XXI, a ser epicentro de la memoria y de la cultura para incentivar la lectura y creación literaria y artística”, agrega la directiva.
Aquí se pueden ver los hitos del edificio de la Biblioteca
La armonía entre la educación y la naturaleza en un campus verde
Aquel lugar en donde se socializa, en donde se acuerdan encuentros, en donde caminan los enamorados, en donde se pasea y se convive con la naturaleza, en donde la mirada se sorprende. Así fue como Juan Luis Mejía se soñó la Universidad Parque, un escenario que hoy está dispuesto para estar y permanecer.
“Comenzamos a idear un plan maestro en el que definíamos las formas y tipos de espacios que dispondríamos, los bordes del campus nos daban las primeras líneas y, a partir de la centralidad de la Biblioteca, comenzamos a configurar el espacio. Cada patio que quedaba en medio de dos edificios lo destinamos con sillas y naturaleza como un lugar para descansar, para conversar o pasar un rato agradable; a los parqueaderos les agregamos árboles entre cada línea para dar sombra; hicimos jardines y logramos que los recorridos entre los pasillos siempre estuvieran inspirados con la naturaleza”, cuenta Juan Fernando.
Con los principios de funcionalidad, responsabilidad y ordenamiento fueron llegando poco a poco edificios pensados desde la armonía con el medio ambiente, construidos en zonas en donde no se interfiere con los árboles o las especies de aves o plantas que hay en el campus, y que tiene en cuenta acciones tan importantes como usar adoquines en lugar de pavimento en los parqueaderos para que la tierra respire.
En EAFIT se preserva la naturaleza desde la concepción arquitectónica; se refleja también en el comportamiento de cada integrante de la comunidad que respeta, cuida y valora los espacios verdes y las especies; se evidencia en el orgullo que manifiestan eafitenses y visitantes a través de sus fotografías y de las actividades al aire libre que realizan para disfrutar del canto de las aves, de la frescura de los árboles y de la ternura que generan los animales comunes en los alrededores del campus.
Es que es fácil ver almendros, caobas, ceibas, samanes y guayacanes florecidos; es reconfortante escuchar azulejos, carpinteros y otras 67 especies en los árboles que se vuelven cómplices de una Institución que los admira y los protege.
“Ese deseo de hacer de la arquitectura un aporte a la sociedad con nuevas formas y expresiones nos llevó a forjarnos unos principios que cada vez cobran mayor relevancia. Que los primeros pisos sean porosos y permitan la circulación de las personas, que cada edificio sea parte integral del campus, que los laboratorios estén a la vista y que nuestro principio de transparencia se refleje en la infraestructura son algunas de esas acciones que implementamos en cada nuevo proyecto”, destaca el Rector.
De allí que la Universidad haya sido merecedora en 2008 del Premio Lápiz de Acero en la categoría de espacios públicos y sea reconocida en la ciudad como un pequeño pulmón verde al sur del Valle de Aburrá en el que las personas, los edificios y la naturaleza conviven de forma armónica.
El Patio de los Pimientos, el Jardín de Cachi, el Patio de la Ceiba y el Parque Los Guayabos son lugares que, poco a poco, se han ido configurando en esa línea de diseño y que cada vez cobran mayor relevancia.
“Es un gran orgullo saber que a todos los aspectos académicos representativos que identifican a EAFIT se suma un hermoso tejido conformado por jardines y lugares que paso a paso nos muestran el significado que tiene la naturaleza”, agrega Juan Fernando.
Así que como parte de la comunidad, todos los eafitenses están invitados a ser parte de esta celebración, a llenar con su presencia la casa del conocimiento y a vivir y a sentir el campus.
Conozca aquí los 15 años de armonizar conocimiento y naturaleza