• Esta distinción, que otorga el Concejo de Medellín, fue concedida en grado oro, a este docente eafitense.
• La corporación destacó su labor como profesor por más de 40 años en instituciones públicas y privadas de la ciudad.
Transcurrían los años ochenta y un grupo de estudiantes de derecho hacía una curiosa manifestación. No querían seguir viendo clase con el profesor Guillermo Montoya Pérez porque sus calificaciones eran muy “duras”. Las directivas del plantel accedieron a su petición y cambiaron al docente. Una semana después la solicitud era inversa: “queremos volver con el profe Montoya”.
Esa es solo una de las muchas historias que el profesor Guillermo tiene para contar después de 44 años de docencia, una labor que, sumada a una destacada carrera como abogado, fue reconocida el martes 11 de junio por el Concejo de Medellín, que le otorgó la Orden al Mérito Juan del Corral, grado oro.
La distinción se creó para “exaltar la vida y obra de quien fuera Presidente del Estado de Antioquia, en cuya condición promulgó el decreto de erección de la Villa de Medellín en ciudad, y para resaltar a las personas e instituciones que se destaquen en la diversas actividades del quehacer humano”, tal como lo señala la resolución MD 2013-30 por medio de la que se otorgó la mención al abogado.
La iniciativa la presentaron los concejales Miguel Andrés Quintero Calle, Yefferson Miranda Bustamante y Jaime Roberto Cuartas Ochoa, y se aprobó de manera unánime.
El reconocimiento destaca a organizaciones e individuos comprometidos con el desarrollo de la ciudad y, en el caso del docente eafitense, resalta su aporte al valor del ejercicio del derecho con una extensa y sobresaliente labor.
El acto de homenaje para la entrega de la distinción fue en el recinto del Concejo, ceremonia a la que asistieron sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y, por supuesto, muchos de sus alumnos.
Para el docente, que en la actualidad es profesor de tiempo completo del pregrado en Derecho, se trata de una satisfacción que lo llena de orgullo y lo alienta a continuar en ese trabajo, que además es su pasión.
“Yo creo que como seres humanos estamos obligados a transmitir lo que sabemos, por eso la docencia es lo que me mueve a mí todos los días y es lo que quiero seguir haciendo”, dice el profesor.
Una vida dedicada a la docencia
Primero está la Universidad, aunque también tiene su firma de abogados. Pero, desde que en 1969 alfabetizó como profesor en una escuela primaria del barrio Santa Cruz (Medellín), se dio cuenta de que enseñar sería una prioridad en su vida.
Por eso, el profesor ha pasado por todos los niveles, desde primaria hasta posgrado, y ha ejercido en las principales universidades de la ciudad. Fue docente de las universidades de Medellín, de Antioquia y la Pontificia Bolivariana. Hoy comparte sus experiencias en los cursos de derecho privado y de familia en EAFIT.
Este abogado de la Universidad de Medellín tiene especializaciones en Derecho Procesal, de Familia y Privado de la Universidad Pontificia Bolivariana; una maestría en Derecho Privado de esta misma institución; una maestría en Docencia Universitaria de la Universidad del Valle; y estuvo matriculado en el programa doctoral en Derecho de Familia de la Universidad de Zaragoza (España).
Dentro de su trayectoria profesional se ha destacado como conjuez de la Corte Suprema de Justicia, árbitro del Centro de Conciliación y Arbitraje de la Lonja Propiedad Raíz de Medellín y la Cámara de Comercio, así como representante en Colombia de la Cátedra Itinerante de Derecho de Familia en América Latina (Cidefal).
También es autor de numerosos libros y miembro del Colegio de Abogados Especialistas en Derecho de Familia y Menores, y del Centro de Estudios Procesales.
Una de sus mayores satisfacciones es ver a los que fueron sus alumnos dedicados a la docencia. “Cuando me encuentro con algún antiguo estudiante y me cuenta que está dando clases, tal vez en alguna de mis materias, es algo muy emocionante, porque siento que pude lograr transmitirle un poco de la pasión que tengo”, puntualiza el profesor.