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04/08/2017

Por las dependencias

En el Bajo Cauca, EAFIT recogió los frutos de un proyecto salvador


Valdivia, aunque no está ubicado en el Bajo Cauca, es un municipio que el proyecto incluyó entre los que se espera afectar positivamente con la siembra de higuerilla y sacha inchi. La imagen corresponde al evento de cierre en la hacienda La Uribe de Caucasia. 

• EAFIT, UPB, Universidad Nacional y Gobernación de Antioquia unieron esfuerzos para ofrecerle a esa región el conocimiento necesario para sembrar higuerilla y sacha inchi, plantas de las que se extraen productos con buen futuro en el mercado.

• El proyecto, que se ejecutó con aportes del Sistema Nacional de Regalías, incluyó logros en todo el proceso, desde el mejoramiento de semillas hasta la creación de maquinaria para la extracción de aceites y harina.

En la parcela de don Salvador Garavito está a punto de crecer un cultivo estrella. Él es un campesino de piel dorada por un sol que suele calentar a más de 37 grados centígrados las tierras del Bajo Cauca de Antioquia, una región en la que sueña sembrar un proyecto del que florezcan nuevas y mejores oportunidades que reviertan las cifras de pobreza y de violencia.

Desde hace unos seis años don Salvador lleva en sus bolsillos, pero sobre todo en su cabeza, las semillas de lo que está seguro puede ser un gran futuro. Algún día alguien le regaló unas semillas de la planta sacha inchi, que en otros países llaman maní del inka o maní jíbaro y produce un fruto del que se puede extraer harina con alta carga proteica, suplementos nutricionales para animales, aceites cosméticos y, quizás sea lo más llamativo, aceite con alto contenido en ácidos grasos omega 3, 6 y 9, muy favorables para la salud.

Salvador compartió el regalo con otros amigos del municipio de El Bagre, uno de ellos Jesús Aníbal Marín Ríos, con quien reactivó una asociación de campesinos que ya existía y empezaron a sembrar la sacha, animados por la oportunidad que vieron en el mercado en el que encontraron clientes. Cuenta don Jesús, a quien en la región llaman El Profe por sus labores docentes, que pararon la siembra por una petición.

La solicitud, dice, la hicieron los involucrados en la investigación técnico social de las oleaginosas promisorias higuerilla y sacha inchi con miras a su desarrollo agroindustrial, un proyecto en el que se unieron aportes de EAFIT, las universidades Pontificia Bolivariana (UPB), Nacional y el departamento de Antioquia a través del Sistema General de Regalías. La idea era que los campesinos esperaran los resultados del proyecto antes de masificar la siembra.

Hace 20 meses Diego Fernando Villanueva Mejía, doctor en Biotecnología, trabaja en los laboratorios de Biotecnología Vegetal de EAFIT mejorando las semillas de higuerilla y de sacha inchi. Junto a su equipo de trabajo, el investigador de la Universidad descifra el ADN y, como un editor de texto, lo modifica hasta obtener una mejor versión de las semillas, más fuertes, que produzcan plantas inmunes a las enfermedades y tengan frutos con contenidos más altos de los aceites que los hacen atractivos.  

Los logros que ha conseguido en el laboratorio fueron presentados en terreno por Diego el pasado jueves 27 de julio. Ese día, en la hacienda La Uribe (Caucasia), se reunieron representantes de las instituciones del proyecto para entregar a la comunidad los logros, entre estas dos líneas de semilla in-vitro mejoradas, una de sacha inchi y otra de higuerilla, para ser evaluadas en el campo y solicitar posteriormente su registro ICA y, de esta manera, poder contar con las primeras dos líneas de semilla comercial registradas en el departamento de Antioquia en ambas especies.

Entre los resultados también están los cinco prototipos innovadores de equipos para transformar materias primas y obtener productos terminados de interés en el mercado. En la reunión se degustaron pasteles hechos con harina de sacha porque el proyecto se comprometió con proporcionar productos terminados como torta de higuerilla para alimentación animal en forma de suplementación, un proceso para el control de nematodos a partir de torta de higuerilla, un protocolo estandarizado para la producción de snacks de sacha inchi, y una evaluación y recomendación de proceso y equipo para el encapsulado de sacha inchi rico en omegas.    

Muy atento entre el público que asistió a La Uribe estaba el profe Jesús, tomando nota de los avances en las semillas, pero, sobre todo, de las máquinas que agilizan el proceso de descascarar y pelar los frutos y así obtener la almendra de la que se extraen los productos.

El fruto de la sacha tiene forma de estrella, con varias puntas (entre cuatro y siente), cada una con una almendra de la que se obtienen los productos. Pelarlo puede ser una tarea dificultosa, que requiere fuerza en las manos y una cantidad de tiempo considerable. Mientras que un trabajador tarda una hora para descascarar ocho kilos, la máquina que creó para el proyecto el investigador Jaime Escobar lo hace con 40 kilos en el mismo tiempo. 

El proceso manual lo conoce bien el ingeniero Nicolás Alberto Rodríguez, integrante de una familia de tradición agrícola que llegó a la higuerilla cuando se la mencionaron como una opción para recuperar un terreno que tenía afectado por la minería. Siguiendo a la higuerilla se encontró con la sacha que ya siembra y transforma en crema de manos, champú para el cabello, jabón y aceita omega, productos que presentó en la socialización de resultados de la investigación en La Uribe y vende en algunas tiendas.

Los productos del señor Nicolás los conoció y probó Astrid Velásquez, directora Planificación Rural  y Agropecuaria Secretaria  de  Agricultura  y Desarrollo Rural de Antioquia, quien asistió a la reunión en Caucasia. Allí dijo sentirse satisfecha por estar en la entrega de resultados de un proyecto que implicó cuatro años de trabajo y que, a su juicio, es un ejercicio admirable y replicable porque, entre otras razones, propició la apropiación social del conocimiento al trabajar con la comunidad y tener en cuenta sus culturas y sus costumbres. 

La funcionaria recorrió junto a los invitados los estands con las máquinas y productos, instalados para la muestra en el terreno de La Uribe que el Sena recibió de la Alcaldía de Caucasia para ofrecer su capacidad técnica y académica a los campesinos de la región. Muy satisfecho con las adecuaciones que ha hecho esa entidad en el espacio estaba el alcalde de la localidad, Óscar Aníbal Suárez. 

Violencia y pobreza, pero también esperanza y apoyo, fueron las palabras que más sonaron en la intervención del Alcalde, quien cree que con los resultados que entregaron se abre un panorama diferente de oportunidades para una región que, dijo, es la más pobre del departamento y suma cerca de cinco años de violencia.

El alcalde pidió apoyo para darle un giro a la historia de esta subregión ubicada en la cordillera central, entre las serranías de Ayapel y San Lucas, regada por los ríos Cauca y Nechí, y en la que se ubican seis municipios: Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí, Tarazá y Zaragoza. Son cerca de 8.400 kilómetros cuadrados en los que se espera que comiencen a crecer las hectáreas sembradas con higuerilla y sacha inchi.

En eso trabajó un equipo de cerca de 70 personas de siete grupos de investigación de varias instituciones que hicieron parte de este proyecto que incluyó la capacitación de 1.470 personas y, además de los logros, también dejó retos. Al menos así lo considera Yaromir Muñoz Molina, docente del Departamento de Mercadeo de EAFIT y líder de la investigación.

El profesor Yaromir fue el encargado de cerrar el evento, en el que hizo el balance general, mencionó uno a uno los componentes que se entregaron y resaltó cómo en esta ocasión la tecnología se pone al servicio de la agricultura para construir futuro. Uno de los retos que él identifica es que estas oleaginosas promisorias se incluyan en los planes de gobierno locales y poder dar el paso hacia el alistamiento tecnológico.

Y es que lo que recibe la comunidad son modelos y herramientas para que se empiecen a construir empresas. El proyecto incluye desde mapas de la zona para que se identifiquen los predios con mejor disposición para la siembra, semillas de la mejor calidad, maquinaria y protocolo para el procesamiento del fruto y la extracción de los productos, incluso una que permite la utilización de material para generar energía. 

¿Cuál es la oportunidad que tienen esos productos? Lo que el profesor Yaromir ve es un mercado que se puede expandir gota a gota. Que con una persona que consuma y le gusten los productos se vaya colonizando poco a poco un espacio, por ejemplo, en el sector de la alimentación. Que ocurra lo mismo con los otros sectores como el cosmético y el de la nutrición animal y sean cada vez más los cultivos de higuerilla y sacha inchi.

El profe Jesús está estudiando más posibilidades porque cuando empezó a sembrar junto a Salvador se contactó a través de internet con clientes potenciales de Perú y México que le preguntaron por cantidades que superaban en muchos las pocas plantas que tenían. A esos mercados esperan llegar ahora que tienen en las manos, además de las semillas, la posibilidad de acceder a los prototipos, máquinas y protocolos para tener ese cultivo en el que tienen fija la fe.

Última modificación realizada el 04/08/2017 9:20 por Manuel Alejandro Gomez Rueda